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04/07/2012 | MICHELLE BACHELET (Directora ejecutiva de Naciones Unidas)
Mujeres y desarrollo sostenible
La Cumbre de la Tierra «Rio+20» de las Naciones Unidas del pasado mes ha sentado las bases para trazar el camino hacia economías que trabajen por la igualdad social y la protección medioambiental. Por esta razón, en la cumbre el desarrollo sostenible ha estado en el centro de la agenda global. Ya resulta claro que no es posible lograr desarrollo sostenible sin energía sostenible. En efecto, el acceso a la energía fomenta el desarrollo en varios niveles, notablemente en términos de las mujeres, su salud, su seguridad y su autonomía. Al reconocer lo anterior, la ONU ha declarado 2012 año de la Energía Sostenible para todos y el secretario general Ban Ki-moon ha puesto en marcha una iniciativa global con tres metas ambiciosas para 2030: el acceso universal a servicios de energía modernos, la duplicación de la tasa global de mejoramiento de la eficiencia energética y la duplicación de la participación de la energía renovable en el total de la energía global. Estos temas son globales, pero en todas partes del mundo la energía es un asunto que es importante para las mujeres. Puede significar la diferencia entre la seguridad y el temor, la libertad y la servidumbre, e incluso la vida y la muerte. En muchos lugares, particularmente en zonas rurales, las mujeres dedican muchas horas del día a buscar combustibles donde sea, a falta de fuentes de energía sostenible. A nivel global, 1.300 millones de personas aún no tienen acceso a la electricidad y 2.700 millones, mujeres en su mayoría, utilizan madera, carbón y estiércol para cocinar. Todos los días las mujeres toman decisiones difíciles sobre los recursos energéticos y su uso, ya sea cuando salen a buscar madera, lo que las puede exponer a riesgo de violación, como cuando gastan sus escasos recursos en queroseno para obtener una iluminación ineficiente y humeante. También son las mujeres las que padecen los efectos desproporcionados sobre la salud de las fuentes de energía no sostenibles. La exposición al humo producido por métodos peligrosos de cocinar, calentar e iluminar mata a casi dos millones de personas al año, 85% de las cuales son mujeres y niños que mueren a causa de cáncer, infecciones respiratorias y enfermedades pulmonares que se relacionan con estas prácticas. Muchos millones más padecen enfermedades derivadas de la exposición. A nivel comunitario, la falta de energía en clínicas obstaculiza la capacidad del personal médico para proporcionar tratamientos y cuidados adecuados. Se calcula que entre 200.000 y 400.000 establecimientos de salud en países desarrollados no tienen acceso confiable a la electricidad. Esto significa que las vacunas y la sangre no se pueden almacenar de forma segura, el equipo para el diagnóstico a menudo no sirve y las salas de operación no funcionan de noche. Esta falta de electricidad significa un riesgo para las vidas de las mujeres embarazadas y sus bebés. A nivel mundial, 800 mujeres mueren diariamente debido a complicaciones del embarazo y el parto, y la gran mayoría de esas muertes podrían evitarse con servicios de salud de calidad, para los cuales normalmente se necesita la electricidad. El trabajo no remunerado que las mujeres realizan durante largas horas todos los días en busca de madera y otras fuentes de energía les quita tiempo para participar en actividades más productivas. Eso a la vez, priva a las familias pobres de ingresos que necesitan urgentemente. No hay motivo para que esa situación continúe. En Kenia, el uso de estufas mejoradas ha reducido los requerimientos de madera combustible en aproximadamente 40%, lo que no sólo ha reducido la carga de trabajo no remunerado de las mujeres y la deforestación sino que también ha permitido que las mujeres dediquen tiempo a la educación, la capacitación y el empleo remunerado, de modo que también se reducirá la pobreza. El suministro de energía sostenible para todos también creará nuevas oportunidades para las mujeres en otras partes. La energía solar puede alimentar la iluminación, el bombeo de agua, la refrigeración y la electrificación de centros de salud, escuelas y otros servicios públicos en poblados enteros. Además, la energía renovable puede ofrecer una visión externa, mediante el acceso a teléfonos celulares, internet, radio y televisión y también suministrar la energía para pequeñas, medianas y grandes empresas. Además, la disponibilidad de iluminación exterior puede prevenir la violencia contra mujeres y niñas. Obtener una energía sostenible para todos requiere de la participación plena de las mujeres. Los casos de la India y Nepal indican que la participación de las mujeres en el proceso de toma de decisiones está relacionada con una mejor gestión ambiental local. Además, según un estudio global, los países que tienen una representación más elevada de las mujeres en el parlamento suelen estar más dispuestos a ratificar tratados ambientales internacionales. Como se establece en la Declaración de Río de la primera Cumbre de la Tierra en 1992: «Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo. Es, por tanto, imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible». Veinte años después, cuando lo que está en juego es más, ya no podemos darnos el lujo de no actuar. Por esta razón ponemos en el centro de las discusiones y asociaciones el principio de igualdad de género para lograr una energía renovable para todos para 2030. Michelle Bachelet Ex presidenta de Chile. Directora ejecutiva de las Naciones Unidas Copyright: Project Syndicate, 2012
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