DETALLE DE NOTICIA
21/02/2011
Apenas un 15% de los españoles logra conciliar la vida laboral con la familiar

La mujer dedica 2 horas y 44 minutos diarios al cuidado de los hijos.
Colpisa. Reivindicar la conciliación entre vida familiar y laboral en España es llorar. A los empresarios españoles todavía les cuesta entender que hay vida después del trabajo. Apenas un 15% de los trabajadores españoles se encuentran plenamente satisfechos porque han logrado un equilibrio entre su vida personal y el trabajo.
Un estudio del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia-The Family Watch constata que compaginar ambas facetas recae exclusivamente en la mujer, que dedican 2 horas y 44 minutos diarios al cuidados de sus hijos, más del doble que los hombres.
No todo es sombrío. El informe Diez años de conciliación en España, realizado a partir de una muestra de 5.000 empresas, revela que el 48% de los encuestados perciben que en su trabajo se dan algunas «buenas prácticas» que tienden a integrar el trabajo en la vida de una forma no traumática.
La flexibilidad aumenta la productividad
Pese a que en España se han promulgado las leyes de Conciliación de la Vida Familiar y Laboral y la Ley de Igualdad de Oportunidades, se han producido avances, pero todavía queda un largo camino por recorrer.
«Y es que hecha la ley, hecha la trampa», argumenta Nuria Chinchilla, coautora del estudio. Uno de los principales obstáculos que impiden una vida familiar plena es la jornada laboral, que en España es «eterna, lo que en absoluto favorece la productividad». Los horarios insufribles generan absentismo, síndrome del trabajador quemado y falta de compromiso con las tareas asignadas, de acuerdo con el estudio.
«Necesitamos un líder político en España que cambie los horarios de trabajo», remachó Chinchilla, quien abogó por un cambio cultural para que deje de estar mal visto «levantarse del puesto de trabajo cuando ha concluido la jornada laboral». Las expertas abogan por implantar el horario europeo, sin interrupciones excesivamente largas para comer, con el objetivo de tener medio día libre. Los comedores de empresa y los aparcamientos, así como ciertos servicios como el de Sanitas, que ofrece a sus empleados la posibilidad de comprar la cena ya preparada para llevar a casa, permiten la homologación con Europa.
Los hijos y los mayores, a cargo de las mujeres
Sin embargo, la realidad dista mucho de ser la deseable. La mujer española de hoy en día engrosa la «generación sandwich», compuesta por personas que trabajan fuera del hogar y a cuyo cargo están sus hijos y mayores dependientes.
La creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo -de un 33% en 1977 a un 52,8% en 2009- se ha hecho a expensas de una bajada de la tasa de natalidad. Sin embargo, trabajo e hijos no son incompatibles.
Francia, con una tasa de empleo femenino del 60,1%, lidera las tasas de fertilidad en el continente europeo. Ello es posible porque el país vecino tiene una larga tradición en cuanto a horarios laborales flexibles, ayudas económicas que se otorgan por cada hijo o permisos de tres meses renovables hasta un año para el cuidado de familiares enfermos.
En España, por el contrario, al hombre que pide en su empresa un permiso de paternidad se le mira de reojo. Y quien se atreve a reclamar salir antes porque tiene que buscar a un hijo a la salida del colegio se inventa excusas de toda laya antes que decir la verdad. Como dice Nuria Chinchilla, la ley ha generado un efecto bumerán contra las mujeres, dado que son discriminadas en el acceso al trabajo si se encuentran edad fértil. «Mientras no haya un apoyo que incentive a las empresas será difícil evitar la discriminación por la maternidad», sentenció.
Ejemplo de ese efecto bumerán es el trabajo a tiempo parcial. De acuerdo con un estudio del 2009, el 18% de la población activa europea que trabajaba a tiempo parcial, el 31% eran mujeres, frente al 8% por ciento de hombres. Además, los varones realizan menos del 40% de las tareas domésticas y solo dedican entre el 25% y el 35% del tiempo total al cuidado de los hijos menores de seis años.
Por añadidura, la crisis económica ha abocado a la mujer en muchos casos a erigirse en la mantenedora principal de la familia, ya que los sectores económicos más castigados por la recesión son eminentemente masculinos: industria y construcción. Los males no acaban ahí: la precariedad en el empleo se ceba con las mujeres, que además suelen padecer con mayor crudeza la temporalidad. A igual categoría profesional, las mujeres cobran en un 17% y un 27% menos.
Las grandes empresas, especialmente si son extranjeras, han comprendido bien que la flexibilidad horaria y el aumento de la productividad van de la mano. Algunas llegan a ofrecer servicios de guardería, como Nestlé y Mercadona, o conceden una cantidad económica para que sus empleados sufraguen los gastos de la educación en el tramo de 0 a 3 años (Pepsico o Asepeyo). El problema es que la mayoría de las mujeres, sobre las que guste o no recae el cuidado de hijos y ancianos, trabajan en empresas pequeñas y medianas.
Para el director general de The Family Watch, Ignacio Socías, la esperanza de vida en Europa aumenta 40 horas cada día. «Dentro de muy poco no sabemos quién va cuidar de nuestros niños y ancianos». «Si no hay tiempo para cuidar a los hijos, tampoco lo hay para tener novio», dijo con sorna Nuria Chinchilla. No hay que ser un lince para comprender que la postergación de la maternidad obedece a razones económicas (83%).
Una encuesta del CIS del 2003 pero que sigue plenamente vigente expone que la precariedad en el empleo, el difícil acceso a la vivienda y las dificultades para conciliar trabajo y familia son los factores por los que las parejas retrasan los alumbramientos o deciden no tener hijos.
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