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07/08/2012
Las españolas, las mujeres más estresadas
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Un 66% de mujeres siente tener falta de tiempo.
Que.es Miriam Codina cambió de empleo hace cuatro meses y desde entonces padece insomnio.. Preocupado por su salud, su novio Ferrán le ha pedido que por primera vez se coja todas las vacaciones juntas y pase un mes a su lado, descansando, pero ella no está dispuesta a hacerlo. La joven se ha tomado su nueva situación laboral y la tensión emocional que la provoca como un reto. Y no está dispuesta a perderlo, aunque esto le provoque un grave malestar emocional o problemas en su relación. Pero, ¿somos las españolas más competitivas y vulnerables al estrés que las mujeres de otros países? Parece ser que sí. Un 66 por ciento de las mujeres españolas se sienten estresadas y presionadas por la falta de tiempo, lo que supone el porcentaje más alto de todos los países desarrollados, según el estudio ´La mujer del mañana´ de la consultora Nielsen. Por detrás se encuentran las francesas (65%) y las italianas (64%). Las prisas del día a día y la obligación de conciliar la vida profesional y familiar serían las principales causas del estrés femenino. Y en muchos casos, esta situación no mejora porque el verano llame a nuestra puerta, sino todo lo contrario. Miriam no es el ejemplo más evidente del modelo "clásico" de mujer estresada porque aún no tiene hijos, pero sí representa un nuevo patrón de fémina (joven, competitiva, independiente y "sobradamente preparada") encaminada a convertirse en una adicta al trabajo, hasta ahora una de las principales causas de estrés entre los hombres. "Este tipo de conducta, en la que una persona tiende a solapar su identidad con la profesión para refugiarse de un vacío existencial, suele manifestarse a partir de los 30 años", explica la psiquiatra Rosa Sender, autora de ´El trabajo como adicción´ (Ediciones Neurociencias) y especialista en diferencias de género. Los llamados "laboradictos" corren un riesgo más elevado de padecer ataques de corazón, una causa de defunción en la que los porcentajes de hombres y mujeres se han ido equiparando, entre otras cosas, por la plena incorporación de la mujer al mundo laboral a partir de los años 70, lo que ha elevado su riesgo de convertirse en una adicta al trabajo, y por lo tanto, en una mujer estresada. MENTALIDAD OLVIDADA Otro factor que tampoco ayuda a la estabilidad femenina es la escasez de conocimientos que existe sobre la salud mental femenina, algo que se demuestra, por ejemplo, en que en la mayoría de los estudios realizados no se han tenido en cuenta las diferencias entre géneros a la hora de afrontar situaciones estresantes. "El estrés femenino, a diferencia del masculino, está más vinculado a su condición biológica y a su cambio de rol social", insiste Sender. Mientras que la menopausia y el envejecimiento "se llevan cada vez mejor", el retraso en la edad de ser madre se ha convertido en uno de los principales desencadenantes del estrés femenino. Los casos más frecuentes se producen en las mujeres que se someten a un proceso de reproducción artificial. "Los hombres pueden tomar distancia de esta situación, pero las mujeres la viven en su propio cuerpo de una forma muy intensa", explica la dra. Sender. Un ejemplo claro de esta situación es Ana Gutiérrez, ´community manager´ de 34 años, obsesionada durante los últimos cinco años en quedarse embarazada. Hace seis meses, ella y su marido decidieron probar la fecundación in vitro. La situación ha agravado la ansiedad de Ana, que intenta desestresarse a base de clases de yoga, terapia Gestalt y "coaching". También intenta volcarse en el trabajo, aunque no le es fácil controlar su estado de angustia. "No hay que olvidar que cada persona tiene una genética diferenciada, que nos hace más o menos sensible a los estresores", alerta Sender. ´MUJER-MADRE´ Que España y los países del sur de Europa encabecen el ranking de estrés femenino en Occidente es un fenómeno demasiado reciente como para haber sido estudiado, pero esta especialista considera que está vinculado a que en estas sociedades todavía predomina el rol de la "mujer-madre": cuidadora de los suyos, a pesar de que esté inmersa en la vorágine del mercado laboral. Algo que no mejora con la llegada del buen tiempo, ni mucho menos. Planificar las vacaciones familiares (o un simple cumpleaños infantil) se ha convertido para muchas en un alarde en el que deben demostrar que son buenas madres (organizando las maletas y actividades para que los niños no se aburran), buenas parejas (permitiendo que él duerma la siesta mientras ella se hace cargo de los niños en la piscina) y trabajadoras válidas (adelantando sus tareas para que no haya conflictos en la empresa a su regreso). Y aún les tiene que quedar tiempo para adelagazar, broncearse, quedar con los amigos, despedirse con unas cañas de los compañeros de trabajo... La presión sobre la ´superwoman´ patria resulta insoportable para ellas y muy llevadera para los que la rodean. Una buena muestra de ello es que en nuestro país cuesta que los hijos abandonen el hogar, mientras que el norte de Europa y EE.UU. nos llevan años de ventaja en el reconocimiento de la mujer independiente (sea o no madre), desapegada del hogar paternal. Algo que aquí ni existe ni se plantea y que explica la presión que sufren muchas treintañeras por demostrar que son independientes y competitivas, como el caso de Miriam Codina.



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