(Presidenta de AMFAR Cuenca) CARMEN CANDA
(Presidenta de AMFAR Galicia) CHELO AZNAR
(Presidenta AMFAR Zaragoza) CRISTINA CLAVELL
(Presidenta de AMFAR Cataluña) EDUARDO COCA
(Cazador y escritor) LAURA MARTíN
(Agricultora) LOLA MERINO
(Presidenta de AMFAR) LUCíA MARTíN
(Comisión Ejecutiva Alianza Rural) MANUELA REDONDO LUIS
(Presidenta de AMFAR Valladolid) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila ) MICHELLE BACHELET
(Directora ejecutiva de Naciones Unidas) ROSA PRUNA
(Presidenta de AMFAR Cataluña) VíCTOR YUSTE
(Director General Foro Interalimentario)
En el Diccionario del Español Jurídico, para el que su director Santiago Muñoz Machado me encargó seleccionar el léxico cinegético, defino rehalero como «quien posee una rehala por afición o para alquilarla en las monterías y batidas, la conduzca él mismo como perrero o lo haga un tercero aficionado o como asalariado sometido al derecho laboral y de Seguridad Social»; y perrero, como «quien custodia o tiene a su cargo los perros de caza, y más en concreto los de rehala, encargándose de su conducción y manejo en monterías y batidas. En la actualidad y por acomplejamiento del mentor, nunca del mentado, se tiende a llamarle podenquero, que es afición u oficio diferente». Y es que, en efecto, los podenqueros tienen a su cargo los podencos o cazan con ellos, sobre todo sin armas, pero no equivalen a los perreros, pues las rehalas no son solo de podencos y en muchas no hay ningún ejemplar de esa raza.
El 4 de marzo se celebró en Viso del Marqués una jornada sobre «Mujer y caza» organizada por Amfar con presencia de Ana Belén Parra, presidenta local, y Lola Merino, presidenta provincial y nacional. Participamos cuatro ponentes: un servidor, que habló de caza, desarrollo rural y sostenibilidad; Jaime Hurtado, gerente de la Asociación Interprovincial de Carne de Caza, que nos explicó cómo funciona Asisccaza; y José Manuel Huertas, propietario del restaurante La Abuela Cándida, que contó la evolución de sus prestigiadas empresas familiares de gastronomía y tratamiento de piezas de caza. Las organizadoras del acto reservaron para cierre a Ángela Ormeño, continuadora en Fernán Caballero de la actividad de su padre, tanto en la tenencia de rehalas como en su manejo.
No es que yo ignore que hay mujeres perreras, tonto sería, pero las condiciones de Ángela la singularizan. Por lo pronto, esa nota hereditaria de su dedicación desde temprana edad, sabida mantener con los años y el cambio de circunstancias en su vida. La entrega a los perros no es en ella una aventura de juventud. Qué va. Hoy es una mujer adulta y madre de familia que simultanea su trabajo en una entidad financiera con estar todo el año al tanto de sus canes, de su cuido, alimentación y limpieza, también de su entrenamiento, del apareamiento para el renuevo y de instruir a los cachorros. Además, es la que guía el vehículo de los «animales vivos». Por si fuera poco, goza de amena charla y expone de maravilla sus experiencias al auditorio. Fue el atractivo principal del evento, que solo con ella se hubiera justificado.
Entre sus anécdotas, me quedé con la de un montero que le debió dirigir comentarios machistas en los preludios de la suelta y Ángela no pudo hallar respuesta más oportuna: «Átese los zahones y sígame». No hubo aceptación del sabihondo macho, cazador de puesto en catrecillo con horquilla, prismáticos y cámara. Ni previo ensayo cabía más feliz salida. Nos puso en pantalla algunas fotos y nada faltaba de lo característico de un perrero a ciencia y conciencia: ascensos por pedrizas, cruces de montarrales, remates de cochinacos y venadazos, suturas de navajazos en medio de la mancha…
Saqué de la velada una conclusión clara: hace Ángela por la igualdad de la mujer más de lo que otros hagamos con mil ponencias teóricas, no digo ya con mil incorrecciones gramaticales de esos cansinos «ellos y ellas» o «los y las», al borde de volver insoportables las conversaciones entreveradas de la tontada de moda que, en vez de exaltar, ridiculiza el feminismo mitinero de cascarilla. Hay mucha palabrería sobre lo que las mujeres tienen que hacer por su igualdad con el varón, cuando el camino no es quedar para desollar conejos y enfusar chorizos de los jabalíes que dieron placer al marido, sino apuntarse a lo mismo: empuñar armas, ojear, gobernar recovas, guardar cotos, guiar a cazadores, elaborar planes técnicos, etc. Si hombres y mujeres son iguales para la ley absolutamente en todo, ¿cómo no en prácticas y tareas cinegéticas? La mujer sirve para lo que el hombre, no porque lo diga la Constitución sino porque lo establece la naturaleza. Cuando en una junta digamos «los perreros» y haya mitad hombres y mitad mujeres habremos conquistado la igualdad. Cuando digamos «los perreros y las perreras» y haya nueve hombres y una mujer, la desigualdad será manifiesta y la expresión ridícula.
Lástima no ser organizador de monterías para que no me faltase a ninguna nuestra bizarra elogiada —también de agradable relación y buen carácter—, no como exotismo o curiosidad, sino para demostración de lo que es una dama hablando de tú a tú a los galanes cazadores que se tengan por más viriles. Mi felicitación, chiquilla. Fue una suerte oírte y compartir contigo. Y me vino de pronto la necesidad de darlo a conocer a todos los que quieran leerlo y entenderlo. Espero que sean muchos y que a ti te guste. ¡Hurra!
¿Nos hemos parado a pensar cómo ha evolucionado la mujer rural en estos últimos años? En esta época, Navidad, solemos hacer balance de las venturas y problemas que hemos tenido. También nos acordamos de quien no está o está lejos, la mujer rural tal y como la conocemos está lejos de aquellas que fueron.
Atrás quedan los años en los que la mujer no tenía casi remuneración por su trabajo, y muchísimo menos se les reconocía su labor y valía. No solo tenían largas jornadas en el campo sino que al llegar a casa seguían con sus tareas y cuidaban de los hijos, llegando incluso en ocasiones a tenerlos que llevar a la explotación agrícola o ganadera, por no poder dejarlos en casa.
En estos años era impensable que una mujer estuviera al frente de una explotación, ya que en aquellos momentos su opinión ni siquiera tenía trascendencia. Se valoraba muy poco su labor y quizás ellas eran las que llevaban todo el peso tanto familiar como empresarial. Hoy en día, reflexiono y veo como las mujeres rurales hemos evolucionado y muchas de nosotras estamos al frente de nuestra propia explotación, mujeres con formación académica, idiomas, tecnológica, etc. Atrás quedan los años que la mujer no tenía voz en el campo.
Aun así creo que queda mucho trabajo por hacer y para eso es necesario reivindicar nuestros derechos e intereses. A día de hoy existen asociaciones que velan por los intereses de la mujer rural, como es el caso de AMFAR, es una de las que más ha defendido a nuestras mujeres rurales y es de las que más ha trabajado por introducir la titularidad compartida dentro de las explotaciones.
Así que, para finalizar os invito a todos vosotros a que penséis en vuestras madres y abuelas, en vuestras tías y bisabuelas, que llevaban el peso de la gestión económica familiar y además trabajaban muy duro en el campo. Os animo a pensar cómo fue la vida para ellas y como es ahora para aquellas mujeres que quieren hacer del medio rural su forma de vida.
Os deseo felices fiestas, en especial a todas esas mujeres rurales que se levantan al amanecer, llegan a casa y siguen trabajando.
‘Española, 43 años de edad, madre de un menor, residente en un pequeño municipio, maltratada física y psicológicamente desde hace mucho tiempo, nunca denunció a su pareja’.
Este es el perfil de las mujeres que han sido asesinadas este año por sus cónyuges o ex parejas, 15 mujeres rurales que dejan a una decena de niños huérfanos que se hacen la misma pregunta que nosotros, ‘¿Por qué papá ha matado a mamá?’.
Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia que se ejerce contra las Mujeres, se publicarán estadísticas, se hará un repaso a las medidas adoptadas por las administraciones competentes, se harán análisis, se escucharán testimonios de quienes han sobrevivido a esta barbarie, pero no debemos quedarnos sólo en los datos porque las víctimas no son números, tienen nombre y apellidos, son mujeres con las que todos tenemos una deuda pendiente.
Debemos trabajar para cambiar mentalidades, debemos remover todos los obstáculos que ocultan e incluso alientan este tipo de violencia, debemos comprometernos en la denuncia de la violencia en cada una de sus manifestaciones, en definitiva, todos, hombres y mujeres, asociaciones, tejido empresarial, instituciones públicas y privadas, colegios, universidad, profesores, alumnos, fuerzas de seguridad del Estado, policía local… Todos y cada uno de nosotros debemos comprometernos para acabar de una vez con esta lacra indigna de una sociedad democrática y moderna.
Las mujeres que viven en los pueblos son más vulnerables, la violencia de género es más silenciada, existen menos recursos, mayor dificultad para el cumplimiento de las medidas, mayor escarnio público, más miedo, mayor vergüenza… un sinfín de obstáculos sociales y psicológicos que dificultan desde el reconocimiento hasta la interposición de la denuncia.
AMFAR trabaja de forma incansable para que las mujeres maltratadas en el ámbito rural tengan acceso a las mismas oportunidades y recursos que el resto a la hora de denunciar. El desarrollo de campañas informativas y formativas está siendo fundamental para que se pierda el miedo a dar ese paso, nuestro asesoramiento y apoyo está permitiendo que muchas mujeres maltratadas vean la luz al final del túnel.
No veamos como normal algo que no lo es, reprobemos cualquier actitud que denigre a la mujer por el mero hecho de serlo, el maltrato nunca está justificado, eduquemos a nuestros hijos en la construcción de relaciones basadas en el respeto y en la igualdad.
Nuestra mano está tendida, nuestras puertas siempre abiertas. No estáis solas, hay salida, denuncia.
En Aragón China-chana viene a decirnos algo así como “pasito a pasito”, pues …así, así es, como las mujeres rurales han ido disipando esa niebla intensa que las separaba del resto del mundo y nos han dejado un camino un poco más despejado, en el que tenemos que seguir trabajando y así dejarles a nuestras hijas algo más de visibilidad en el horizonte.
Es importante valorar nuestro pasado para entender nuestro presente y esforzarnos por mejorar el futuro.
Quisiera manifestar mi más sincero reconocimiento al papel que nuestras antecesoras han desarrollado y vienen desarrollando en el medio rural como agentes dinamizadores y elementos clave para todo el desarrollo sostenible de nuestros pueblos.
Las mujeres mayores han contribuido con su esfuerzo y su trabajo a mantener el sector agrario. A ellas les debemos también la protección, el mantenimiento y conservación de la riqueza de nuestras costumbres y tradiciones culturales, muchas veces en silencio y permaneciendo invisibles.
Ahora con el cambio generacional hay que reconocer a la mujer joven y a ese liderazgo heredado que la caracteriza, mujeres que están luchando contra las barreras que aún mantienen a la mujer en un segundo plano, enfrentándose a prejuicios que le dificultan el acceso a puestos de responsabilidad en cooperativas, comunidades de regantes….Mujeres que se han preparado para emprender y ponerse al frente de nuevos proyectos contribuyendo así a la diversificación de la economía en el medio rural. La mujer rural es el alma para frenar la despoblación y garantizar la continuidad en todos los sectores, (agricultura, ganadería, servicios sociales, sanidad, hostelería, comercio, artesanía, estética etc)
El perfil de la mujer rural está cambiando, el número de mujeres universitarias es el doble que el de los hombres. Ahora está más y mejor formada, tiene ansias de superación y busca su independencia y autonomía.
Destacaré algunos datos que considero significativos y muy descriptivos de la situación de la mujer rural hoy en Aragón.
En España las mujeres son casi 5 millones, el 15% de la población total.
El 30% de la población femenina de Aragón, unas 200.000 mujeres, vive en el medio rural, de estas, el 39,6% lo hacen de mano de obra agraria en explotaciones familiares y suponen el 28,5% de los titulares de las explotaciones agrarias.
Sin su participación sería inviable el mantenimiento de la actividad agraria y ganadera en España.
Ante las dificultades de inserción laboral y tras impedimentos como el parón que supone la maternidad, los problemas para conciliar la vida laboral con la familiar, o la pérdida del trabajo; el autoempleo y el emprendimiento se alzan como alternativas razonables para el colectivo de mujeres que apuestan, cada vez más, por convertirse en sus propias jefas. En el caso de Aragón y según datos de 2013, el 35% de los empresarios de la Comunidad son mujeres y que el 68% de los alojamientos rurales son regentados por ellas. Además el 70% de los emprendedores del pasado año fueron mujeres.
Amfar Zaragoza trabaja junto con la administración en fomentar planes y programas que promuevan la igualdad de oportunidades, como la mejor forma de que la mujer vaya acercándose de manera firme y decisiva hacia la deseada equiparación. En materia de economía, es importante aumentar la empleabilidad y el emprendimiento de las mujeres y la calidad del empleo. Hay que mejorar las infraestructuras favoreciendo la movilidad interterritorial, la innovación tecnológica y promover la corresponsabilidad social.
Frente a las desigualdades que padece la mujer en el medio rural en la sociedad del siglo XXI, desde Amfar se pretende apoyar las iniciativas para eliminar del medio rural los reductos de silencio, de malos tratos o de conductas discriminatorias.
Destacar el papel de la mujer y la necesidad de garantizar su pervivencia en el mundo rural, o mejor dicho……para garantizar la pervivencia del mundo rural.
Todo esto ….. “china-chana”