OPINIÓN AMFAR
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Faltan mujeres en el campo español
07/06/2023 LOLA MERINO (Presidenta de AMFAR)

A comienzos de este año, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España daba a conocer el número total de perceptores de las ayudas directas de la PAC, así como un análisis de la edad y el sexo de los perceptores, tanto a nivel nacional como por comunidades autónomas.

La realidad es que, en España, según los últimos datos disponibles (2021), el 62,5% de perceptores de ayudas directas de la PAC son hombres y sólo el 37,5% son mujeres. Además, ellas reciben un importe medio de 2.844 euros anuales, mientras que el de ellos es de 5.465 euros al año. Es decir, las mujeres cobran un 48% menos.

Estos primeros datos reflejan una menor representación de las mujeres en la actividad agraria española, la menor dimensión de sus explotaciones, un importe medio de las ayudas directas inferior al de los hombres y además, podemos afirmar que la incorporación de las mujeres y los jóvenes al campo sigue siendo una asignatura pendiente.

Un reto que se torna complicado ante la aprobación de una nueva PAC que, más que proteger la producción agraria e incentivar a las mujeres y los jóvenes a que vean en el sector agrario una oportunidad laboral en el ámbito rural, se ha convertido en un obstáculo que ha sembrado de dudas y dificultades el mantenimiento de gran número de explotaciones.

En este caso, es bueno recordar que esta nueva PAC ha sido aprobada por el Ministerio de Agricultura y con el visto bueno del Ministerio de Transición Ecológica, sin contar con la participación ni la unanimidad de las comunidades autónomas, ni de las organizaciones agrarias ni de las organizaciones de mujeres rurales, como AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural.

Además, llega en un momento complicado para el sector agrario que ha perdido en los últimos de cinco años, desde el 2016 al 2021, un total de 158.486 perceptores de ayudas directas de la PAC. Mientras que en el 2016 el número total de perceptores de ayudas PAC se elevaba a 750.193 en el 2021 la cifra ha bajado drásticamente hasta los 591.707.

Ante este panorama, en el que cada año se pierden miles de mujeres y hombres profesionales agrarios, se complica el objetivo de alcanzar números igualitarios en la actividad agraria, a pesar del incremento vivido en los últimos años en la profesionalización de las mujeres en este sector, donde cabe destacar el caso concreto de la comunidad autónoma de Andalucía que aglutina al 38,4% del total de mujeres profesionales agrarias de España.

En Andalucía, las mujeres que reciben ayudas PAC se elevan hasta las 85.287, la cifra de agricultoras y ganaderas más alta de España, que representa más del 41% de los profesionales agrarios andaluces y que las eleva a cifras por encima de la media nacional. Sin embargo, estas mujeres cobran un importe medio de 3.991 euros anuales, superado por las mujeres del campo de Castilla y León que reciben 7.390 euros al año y por encima de las de mi región, Castilla-La Mancha, que cobran una ayuda inferior, 3.510 euros al año.

Como presidenta nacional de AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural y en calidad de miembro del Comité de Seguimiento del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027, apostaremos y defenderemos medidas reales que garanticen el relevo generacional, que incrementen la profesionalización de las mujeres en la actividad agraria, que mejoren su calidad de vida y sus oportunidades laborales en el ámbito rural español, porque faltan mujeres en el campo español.

 

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Las mujeres ganamos terreno y visibilidad en el sector agrario
30/05/2022 LOLA MERINO (Presidenta de AMFAR)

Han pasado tres décadas desde que AMFAR, Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, diera los primeros pasos para constituirse en la principal federación nacional en la defensa de los derechos e intereses de las mujeres rurales españolas. Nuestros objetivos fueron claros desde el principio: que se conociera la realidad de las mujeres rurales, eliminar los obstáculos que les impedían crecer y potenciar que sus ilusiones de futuro fueran una realidad. Los primeros pasos no fueron fáciles, pero confieso que la dificultad engrandecía cada reto a conseguir.

Uno de los principales desafíos de AMFAR fue conseguir que las mujeres vieran reconocido el trabajo que realizaban en las explotaciones agrarias, que ya en los primeros años de nuestra andadura, se registraba sorprendentemente en las estadísticas bajo la calificación de  “extensión de sus labores” de ama de casa. Tres décadas después, en AMFAR celebramos que ¡lo estamos consiguiendo!

Hace unas semanas, conocía los últimos datos del censo agrario que recogía la actualidad del sector agrícola y ganadero español, un sector estratégico, que aporta el 10% al Producto Interior Bruto de España y que genera casi 3 millones de empleos.

Un sector económico en el que las mujeres han conquistando protagonismo a pasos agigantados, aunque de manera silenciosa. Tanto es así, que el número de mujeres que han cogido las riendas como Jefas de Explotación en el sector agrario ha aumentado un 22% en la última década, frente a la presencia de los hombres que, en su papel de Jefes de Explotaciones agrarias, ha descendido un 15% en este mismo periodo de tiempo.

En este sentido, quiero destacar el empuje y la valentía de las mujeres rurales andaluzas, que junto a las mujeres gallegas, asturianas y cántabras se han situado por encima de la media nacional, sobrepasando el porcentaje del 28,6% de mujeres jefas de explotación en comunidades autónomas.

 

 

Las mujeres rurales ganamos terreno, espacio y visibilidad en el sector agrario español. Queda mucho trabajo por hacer y espacio por conquistar, lo sé, pero en la actualidad, nos sentimos orgullosas y presumimos de la trayectoria recorrida por las mujeres rurales españolas en esta última década.

Estas mujeres son ejemplo de fortaleza en un sector tradicionalmente masculinizado y gracias a su tenacidad comienza a cambiar el rumbo hacia un destino más igualitario, en el que las mujeres tenemos mucho que hacer, decir y dar.

Estas mujeres que hoy aplaudimos, se han visto obligadas a enfrentarse a situaciones insólitas, en muchas ocasiones, para conseguir lo que les pertenece por derecho. En este caso, se me viene a la cabeza las dificultades para ver reconocido su trabajo en la explotación agraria. Un obstáculo que AMFAR sorteó consiguiendo la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. Una Ley que acaba de cumplir una década, y que gracias a AMFAR vio la luz en el año 2011.

Desde AMFAR hemos reclamado ante el Ministerio de Agricultura que impulsen esta norma, simplificando el procedimiento para conseguir el alta, dándole difusión, y mejorando las ayudas e incentivos económicos para las mujeres, ya que esta Ley es, entre otras, una gran oportunidad para frenar la despoblación, apostando por trabajar en una unidad familiar agraria, generando empleo y fijando población en el ámbito rural. 

Y termino aprovechando estas líneas para demandar el fortalecimiento del compromiso de las administraciones con las mujeres rurales y la igualdad de oportunidades, porque un pueblo sin mujeres, se muere. Las mujeres rurales son vida, dinamismo, innovación y garantía de futuro para nuestros pueblos. Miremos a las políticas de desarrollo rural, a la futura PAC y a nuestros municipios con ojos de mujer y avanzaremos más rápido.

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Las víctimas del mundo rural
01/04/2021 ALMUDENA GUIJARRO (Presidenta de AMFAR Cuenca)

No hace ni un mes que asistimos en Cuenca a uno de los 44 casos de mujeres víctimas de la violencia de género en lo que va de año. Fue el 2 de noviembre, cuando un varón de 48 años quitó la vida a su esposa en el municipio conquense de Villanueva de la Jara. Es sólo un ejemplo de la realidad callada que se vive en muchas localidades de nuestro país y que hace especial mella en el mundo rural. Hay un dato revelador: la totalidad de las víctimas que han fallecido en Castilla-La Mancha por este tipo de violencia procedían del ámbito rural: 4 mujeres y 2 menores. Las estadísticas revelan que el 17% de las mujeres que reconocen haber sido víctimas de malos tratos habitan en el ámbito rural. Su residencia en municipios rurales condiciona su voluntad de vencer el problema, sumiéndolas a menudo en el miedo al rechazo social o a la incomprensión de sus propios vecinos. Además, cuentan con las limitaciones propias de no vivir en una gran urbe a la hora de formalizar la denuncia. Desde AMFAR Cuenca queremos acordarnos hoy de todas esas víctimas calladas que durante décadas se han visto sometidas a la totalidad anulación. Confiamos en que las herramientas que se ponen al servicio de erradicar este gravísimo problema sirvan para poner freno a una situación que lamentablemente sigue siendo noticia todos los meses. En este sentido, valoramos medidas como la Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres aprobada por el Ministerio de Sanidad y que recoge actuaciones de prevención, de sensibilización, de coordinación institucional y de asistencia a este colectivo de mujeres que están demandando más apoyo y protección. Por primera vez, un plan de este tipo recoge específicamente un apartado dedicado a la mujer rural. También hay que destacar el convenio firmado hace sólo unos días entre la Delegación del Gobierno en C-LM, el Gobierno regional y la Federación de Municipios y Provincias para trabajar en conjunto en la atención a las mujeres rurales que sufren este tipo de violencia. Todas medidas loables pero que sólo dan fruto cuando la iniciativa parte de la propia víctima, dispuesta a romper el silencio. Por eso AMFAR Cuenca reitera su apoyo a todas las mujeres del medio rural y las anima a ser valientes. En nuestra organización encontrarán siempre una mano amiga para dar un paso adelante y acabar con el sufrimiento. Por su parte, ASAJA de Cuenca, se une a la denuncia y recuerda que la organización siempre ha sido sensible a la realidad de la mujer, consiguiendo nuevos logros, como la titularidad compartida en las explotaciones agrarias, que tiendan a mejorar su autonomía y reconozcan su papel en el campo. Una vez más, AMFAR y ASAJA van de la mano en defender a uno de los colectivos más vulnerables: la mujer rural.

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Mujeres Rurales, un ejemplo frente al Covid
31/03/2021 LOLA MERINO (Presidenta de AMFAR)

La pandemia del Coronavirus ha condicionado los hábitos y el ritmo de vida de nuestra sociedad. La crisis sanitaria que sufrimos desde hace más de un año ha puesto de manifiesto que las mujeres han sido las más perjudicadas.

 

El punto de partida ya era de desventaja para nosotras. Mayor índice de paro, salarios inferiores y menor independencia económica. Las mujeres encabezábamos el trabajo temporal, dedicando más tiempo a las tareas domésticas y al cuidado de personas dependientes, y las mujeres rurales, en particular, seguían con menos recursos asistenciales y peores infraestructuras.

 

La pandemia ha puesto sobre la mesa por un lado, la fragilidad del modelo asistencial y por otro, la fortaleza de las familias y las mujeres que han soportado mayor peso en la atención de los dependientes del entorno familiar.

 

La crisis sanitaria del Coronavirus no impuso la conciliación ni la corresponsabilidad familiar, impuso el confinamiento, el cuidado de los dependientes, la formación online y el teletrabajo. Y las mujeres rurales volvieron a dar ejemplo, a pesar de las carencias asistenciales y digitales del medio rural.

 

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 91,4% de los hogares tienen conexión a internet, un porcentaje que baja hasta el 86,8% cuando centramos la atención en los municipios de menos de 10.000 habitantes. Esto origina una triple brecha digital que queda definida por la desigualdad en función de la ubicación geográfica del municipio, de la edad de la persona usuaria y del tamaño del municipio.

 

Por este motivo, el reto de la brecha digital ha pasado a ser una de las grandes prioridades en AMFAR. El acceso a internet y a las nuevas tecnologías de la comunicación son medidas que deben acometerse con agilidad para garantizar la igualdad de oportunidades de la población rural y evitar una nueva discriminación.

 

 

En estos meses de pandemia, hemos podido constatar que la actividad productiva y las nuevas tecnologías son grandes aliados. La digitalización debe servir para dinamizar el territorio rural poniendo en valor todos los recursos que ofrece cada zona. Si conseguimos este objetivo, podremos conseguir otro gran reto, que es el de combatir la despoblación.

 

En AMFAR nos hemos visto en la obligación de reinventarnos, para continuar prestando los servicios que necesitan nuestras afiliadas y seguimos trabajando en la formación de las mujeres rurales, el emprendimiento, su incorporación al sector agrario, la igualdad de oportunidades, y la lucha contra la violencia de género, entre otros.

 

Quiero agradecer el trabajo de las mujeres rurales en estos meses de pandemia. Ellas han sido el pilar fundamental de las familias. Se han ocupado de que los hijos siguieran su curso escolar, atendiendo a los familiares dependientes, trabajando en el campo, llevando sus pequeños negocios, ofreciendo su solidaridad a los que estaban en primera línea, cosiendo mascarillas o llevando la compra o la comida a quienes más lo necesitaron.

 

Y sobre todo, quiero rendir homenaje a las mujeres rurales y socias que nos han dejado, que ya no están entre nosotras. Mujeres que nos han dejado su ejemplo de que con trabajo se conquistan los derechos y se tumban las discriminaciones.

 

Y acabo con un mensaje de ánimo a las mujeres rurales españolas para que continúen su labor con la fuerza y el coraje que las caracteriza. Nuestra unión nos permitirá salir antes de la crisis sanitaria, social y económica. ¡Juntas lo conseguiremos!.

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Nuestros héroes del campo
14/04/2020 LUCíA MARTíN (Comisión Ejecutiva Alianza Rural)

Representamos a los héroes del campo. Y lo decimos orgullosos de poder dar voz a nuestros hombres y mujeres del mundo rural que todos los días se levantan haga frío, calor, viento, lluvia… aterrados por una pandemia mundial y desalentados por una crisis de precios que se suma a la económica que ya tenemos encima. Ellos, cada día se van a cuidar de sus cosechas, a dar de comer a los animales, a mantener nuestras tierras, a abastecer a toda una sociedad; porque en el campo no hay tiempo para el desaliento. Y en estos días, los miramos también a ellos, porque su incansable trabajo hace que todo el pueblo español, urbano y rural, pueda alimentarse sin distinción, mientras ellos ven también enfermar a sus mayores, con la diferencia de no tener los medios y la atención de la que se dispone en las ciudades a las que ellos abastecen.

Estas gentes del mundo rural bien pueden representar los valores de sacrificio, disciplina y compromiso que se inculcan en la formación militar y que silenciosamente, y de forma sencilla y austera, vienen desarrollado a lo largo de toda la historia.

El valor del sacrificio

Sacrificio con su labor, independientemente de las condiciones climatológicas, de su estado de ánimo, o de la situación del país. Disciplina con su trabajo porque las cosechas hay que trabajarlas y los animales deben ser cuidados y alimentados cada día. Y compromiso con una sociedad que depende de su producción para su mantenimiento. Y por si fuera poco, compromiso con el medio ambiente porque estas gentes del campo que suponen un 19% de la población española, a quienes por cierto se les ha silenciado y desatendido, son aquellos que gestionan y mantienen el 80% de nuestro territorio.

Esta crisis sanitaria irremediablemente promueve un cambio en el paradigma social. Un cambio que de nuevo colocará a las personas, su libertad y sus necesidades fundamentales en asunto prioritario en la escala de valores sociales, y esperemos que también, políticos.

Este obligado parón económico y social ha venido cuando más vertiginosamente se vivía, ajenos a que de un día para otro nos faltase lo más importante: la libertad, la salud y el alimento. Y es precisamente en este momento, cuando aparecen las fortalezas de un país: equipos sanitarios que ponen sus vidas en juego para salvar otras, fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado, transportistas, repartidores, profesionales de los medios de comunicación, artistas conocidos y anónimos que llenan de creatividad y de alegría sus perfiles de redes sociales para que otros puedan sonreír… Todos ellos, y todos los españoles, necesitan a quien les alimenta: a nuestros héroes del campo. Y también en estos días, ellos han sido protagonistas y han continuado sin descanso abasteciendo a los hogares.

Posiblemente estemos viviendo los momentos más duros de la historia reciente de España, y desde Alianza Rural trabajamos para que este nuevo escenario que se abre ahora lleno de dificultades, pero también de oportunidades, sirva para dignificar la labor de las gentes del campo que siempre han demostrado lealtad a España y han contribuido en su desarrollo y su crecimiento de forma discreta y silenciosa.

Nuestros héroes del campo se sacrifican cada día para mantener ganaderías, cultivos, conservar la biodiversidad y preservar el ámbito rural. Ellos son quienes están los 365 días del año alimentando y cuidando al Planeta.

-Alianza Rural es una plataforma constituida para la defensa del medio rural, sus tradiciones, riqueza y entorno. Suman más de 10 millones de personas en España y reivindican la dignidad de los trabajadores del campo-.

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15 de mayo, Día Internacional de la Familia
15/05/2018 LOLA MERINO (Presidenta de AMFAR)

En el año 1993, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 15 de Mayo, Día Internacional de las Familias. Una conmemoración que sirve para poner de relieve la importancia de la familia como pilar básico sobre el que se instrumenta una sociedad. Un hecho que queda recogido en las propias siglas de nuestra organización AMFAR, en el que las mujeres y las familias del ámbito rural se convierten en los verdaderos protagonistas de cualquiera de las actividades de nuestra programación.

A pesar de que el concepto de familia se ha transformado y su estructura ha evolucionado en las últimas décadas, AMFAR tiene claro que el futuro de los municipios pasa por las mujeres y los jóvenes rurales, y por tanto, por la supervivencia de las familias como institución esencial para frenar la despoblación, el envejecimiento o la masculinización. 

El Día Internacional de las Familias nos brinda la oportunidad de recordar cuestiones sociales, económicas y demográficas que afectan a las familias rurales y que repercuten directamente en las mujeres. Tal es el caso del envejecimiento de la población rural que incrementa los casos de convivencia con personas en situación de dependencia, que repercute en la carga de trabajo de las personas cuidadoras, en su gran mayoría, mujeres, que ven disminuidas sus posibilidades de incorporación al ámbito laboral.

Envejecimiento y masculinización que conducen al despoblamiento, que se ha convertido en uno de los graves problemas que afecta a nuestros municipios y que pone en el punto de mira a las mujeres rurales. Lo cierto es que nuestra España rural pierde cinco habitantes por hora. En los últimos tres años, la población rural española ha descendido a un ritmo de 45.000 habitantes cada año y no sólo se pierde población, sino que en las últimas décadas las tasas de natalidad han sido prácticamente nulas.

 El fenómeno de la despoblación se agrava con el envejecimiento de las localidades más pequeñas, cuantos menos habitantes tiene una localidad, más alta es la media de edad de sus habitantes. Por ello, en este Día Internacional de las Familias, se hace necesario reivindicar un nuevo modelo de política centrada en las mujeres y jóvenes como garantía de futuro. 

 Políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, empleo de calidad y la incorporación de mujeres y jóvenes a la actividad agraria y al emprendimiento, con la finalidad de frenar la despoblación y disfrutar de un mundo rural vivo y dinámico. En este contexto, se hace esencial la visibilidad de los 6 millones de mujeres rurales españolas para la diversificación económica, para la vertebración territorial y para la generación de empleo y riqueza.

Desde AMFAR, entendemos que se ha de trabajar más en la corresponsabilidad de hombres y mujeres dentro y fuera del hogar con la puesta en marcha de medidas que contribuyan a la conciliación efectiva entre la vida laboral y familiar en el ámbito  rural, donde más del 80% de esta actividad es realizada directamente por mujeres. Es preciso articular medidas que incrementen la movilidad y la accesibilidad a los servicios, y que haga más amplio el horizonte de capacidades, posibilidades y recursos.

En este Día Internacional de las Familias, queremos animar a las instituciones y a la  sociedad en su conjunto a conseguir estos grandes retos que nos permitirán apostar por la recuperación del 90% de la superficie española, valorizar nuestro medio rural y fortalecer la presencia y participación de las mujeres y sus familias en todas las esferas de la sociedad.

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Hay que lograr la igualdad porque tenemos los mismos derechos
09/03/2018 MARíA TERESA RESINA (Presidenta de AMFAR Ávila)

Mañana, 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, es una fecha clave para alzar la voz de las féminas en el medio rural. Como presidenta de AMFAR-Ávila pido respaldo económico y social para las mujeres. Creo, no obstante, que cualquier tipo de huelga feminista no ayuda lo suficiente y puede crear una brecha entre las propias mujeres, aún así respeto a todas y cada una de las personas que decidan acudir a las movilizaciones.

Más allá de los discursos que se puedan escuchar estos días, lo que se necesitan son medidas reales y eficaces que acaben con las desigualdades laborales entre hombres y mujeres, desempeñando estos las mismas funciones y recibiendo menor retribución económica éstas últimas. Si la desigualdad laboral entre hombres y mujeres está ya bastante marcada, esta diferencia es aún mayor en el caso de la mujer rural. El mercado laboral de los pueblos se caracteriza por una baja tasa de empleo, que se acentúa en el caso de las mujeres. Cientos de contratos femeninos son a jornada parcial. A esto se suma otra doble brecha laboral, porque las mujeres rurales suelen tener trabajos en los que las oportunidades de formación y de carrera profesional son más limitadas.

Hay que recordar el importante papel y el protagonismo que merece tener la mujer en el desarrollo local y el mantenimiento de la vida en el territorio. Es vital que, por ejemplo los jóvenes se vean respaldados para incorporarse al sector agroganadero, porque según las últimas cifras remitidas por la administración regional, uno de cada seis ocupados en Castilla y León en el campo, es una mujer. Dos de cada tres cotizan en el régimen de autónomos y el resto son asalariadas.

Lograr que las mujeres lideren iniciativas es fundamental, pero para ello necesitan apoyo financiero, deben tener un acceso igual al crédito, algo que por desgracia no siempre es así.

Si volvemos a centrar la mirada en el mundo agrario sería conveniente que las agricultoras y ganaderas estuvieran en los foros adecuados donde se deciden las políticas rurales. Por ello también sería necesaria una implicación de las administraciones para que se promueva la participación de las mujeres en las explotaciones a través de la Titularidad Compartida, porque las cifras en nuestro territorio aún son inferiores a las de otros emplazamientos. Han de ofrecerse incentivos, en la actualidad hay ventajas a la hora de acceder a la condición de explotación prioritaria, y trato preferente en algunas subvenciones, programas y actividades. Pero solo algunas terminan todo el proceso. No estaría de más apostar por la incorporación de la mujer al desarrollo rural y por su presencia en puestos de responsabilidad en cooperativas y organizaciones profesionales agrarias.

También abogamos desde la federación de mujeres y familias del ámbito rural por una mayor conciliación de la vida familiar y laboral, porque son ellas las que suelen encargarse de cuidar a los dependientes, a los niños y también contribuyen con el trabajo en las explotaciones.

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Las mujeres pueden garantizar la supervivencia del medio rural
13/10/2017 LOLA MERINO (Presidenta de AMFAR)

Han transcurrido veinte años desde la primera celebración del Día Mundial de la Mujer Rural en España, del que AMFAR (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural) fue pionera en 1997. Una fecha que fue proclamada por Naciones Unidad en la IV Conferencia sobre la Mujer organizada en Pekín en el año 1995.

 

Veinte años en los que AMFAR reivindica los derechos de los casi seis millones de mujeres rurales españolas, su papel en la sociedad rural, en la actividad agraria y en el protagonismo que deben tener, junto con los jóvenes, en el diseño e implantación de las políticas de desarrollo rural.

 

En la actualidad, el despoblamiento y la falta de relevo generacional en el campo se han convertido en dos graves problemas que afectan a nuestro mundo rural y que pone en el punto de mira a las mujeres rurales. Nuestra España rural pierde cinco habitantes por hora. En los últimos tres años, la población rural española ha descendido a un ritmo de 45.000 habitantes cada año.

 

De los más de 8.000 municipios que hay en España, más del 60% se encuentran gravemente amenazados por la extinción demográfica, ya que no solo pierden habitantes, sino que registran tasas nulas de natalidad desde hace incluso décadas.

 

El fenómeno de la despoblación se agrava con el envejecimiento progresivo de las localidades más pequeñas, ya que según los datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuantos menos habitantes tiene una localidad, más alta es la media de edad de sus habitantes.

 

Por ello, se hace necesario un nuevo modelo de política que fomente la valorización de nuestro medio rural que está pidiendo a gritos la presencia de mujeres y jóvenes para garantizar su supervivencia. Políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, que promuevan la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que generen empleo de calidad y que fomenten la incorporación de mujeres y jóvenes a la actividad agraria y al emprendimiento, con la finalidad de crear empleo, riqueza, frenar la despoblación y fijar a sus habitantes.

 

La importancia del medio rural español, que supone casi el 90% de la superficie de España, se traduce en la gestión del territorio, en la producción de alimentos de calidad, en la seguridad alimentaria, en el cuidado de los recursos y del medio natural, en la conservación del patrimonio cultural y arquitectónico, de su historia y tradiciones, que constituye la parte más importante de nuestra identidad.

 

En este contexto, se hace esencial la visibilidad de los casi 6 millones de mujeres rurales españolas que son vitales para la diversificación económica, para la vertebración territorial y para la generación de empleo y riqueza, y para ello deben ser el centro de las políticas de desarrollo rural.

 

Debemos aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral y conseguir su independencia económica, reducir las diferencias retributivas entre mujeres y hombres, impulsar la igualdad en la toma de decisiones, promover el equilibrio entre responsabilidades familiares y profesionales, acabar con la violencia sexista que ataca gravemente a las mujeres del medio rural; así como proteger y ayudar a las víctimas.

 

Son muchos los retos que nos quedan por alcanzar, las mujeres rurales españolas estamos decididas a salvar nuestro medio rural, prueba de ello es que la actividad económica de las mujeres alcanza cada vez mayores porcentajes. En el último año, las emprendedoras rurales han superado a las emprendedoras urbanas, ya que el 54% del emprendimiento ha estado liderado por mujeres rurales frente a un 30% de mujeres urbanas. Sin embargo esta apuesta del colectivo femenino rural se ve frenado por la falta de infraestructuras, comunicaciones deficientes, carencia de nuevas tecnologías, necesidades formativas y una sociedad condicionada por arraigos y mentalidades más tradicionales.

 

En este Día Mundial de la Mujer Rural, queremos animar a las instituciones y a la  sociedad en su conjunto a que nos acompañen en los grandes retos que tenemos por delante, para recuperar el 90% de la superficie española, valorizar nuestro medio rural y fortalecer la presencia y participación de las mujeres rurales en todas las esferas de la sociedad.

 

Por último, no quiero dejar pasar esta ocasión, para felicitar a todas las mujeres rurales españolas, por su coraje, valentía y defensa de sus derechos e intereses que suponen el bienestar de toda la ciudadanía.

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Ángela Ormeño, rehalera y perrera
05/04/2017 EDUARDO COCA (Cazador y escritor)

En el Diccionario del Español Jurídico, para el que su director Santiago Muñoz Machado me encargó seleccionar el léxico cinegético, defino rehalero como «quien posee una rehala por afición o para alquilarla en las monterías y batidas, la conduzca él mismo como perrero o lo haga un tercero aficionado o como asalariado sometido al derecho laboral y de Seguridad Social»; y perrero, como «quien custodia o tiene a su cargo los perros de caza, y más en concreto los de rehala, encargándose de su conducción y manejo en monterías y batidas. En la actualidad y por acomplejamiento del mentor, nunca del mentado, se tiende a llamarle podenquero, que es afición u oficio diferente». Y es que, en efecto, los podenqueros tienen a su cargo los podencos o cazan con ellos, sobre todo sin armas, pero no equivalen a los perreros, pues las rehalas no son solo de podencos y en muchas no hay ningún ejemplar de esa raza.

 

El 4 de marzo se celebró en Viso del Marqués una jornada sobre «Mujer y caza» organizada por Amfar con presencia de Ana Belén Parra, presidenta local, y Lola Merino, presidenta provincial y nacional. Participamos cuatro ponentes: un servidor, que habló de caza, desarrollo rural y sostenibilidad; Jaime Hurtado, gerente de la Asociación Interprovincial de Carne de Caza, que nos explicó cómo funciona Asisccaza; y José Manuel Huertas, propietario del restaurante La Abuela Cándida, que contó la evolución de sus prestigiadas empresas familiares de gastronomía y tratamiento de piezas de caza. Las organizadoras del acto reservaron para cierre a Ángela Ormeño, continuadora en Fernán Caballero de la actividad de su padre, tanto en la tenencia de rehalas como en su manejo.

 

No es que yo ignore que hay mujeres perreras, tonto sería, pero las condiciones de Ángela la singularizan. Por lo pronto, esa nota hereditaria de su dedicación desde temprana edad, sabida mantener con los años y el cambio de circunstancias en su vida. La entrega a los perros no es en ella una aventura de juventud. Qué va. Hoy es una mujer adulta y madre de familia que simultanea su trabajo en una entidad financiera con estar todo el año al tanto de sus canes, de su cuido, alimentación y limpieza, también de su entrenamiento, del apareamiento para el renuevo y de instruir a los cachorros. Además, es la que guía el vehículo de los «animales vivos». Por si fuera poco, goza de amena charla y expone de maravilla sus experiencias al auditorio. Fue el atractivo principal del evento, que solo con ella se hubiera justificado.

 

Entre sus anécdotas, me quedé con la de un montero que le debió dirigir comentarios machistas en los preludios de la suelta y Ángela no pudo hallar respuesta más oportuna: «Átese los zahones y sígame». No hubo aceptación del sabihondo macho, cazador de puesto en catrecillo con horquilla, prismáticos y cámara. Ni previo ensayo cabía más feliz salida. Nos puso en pantalla algunas fotos y nada faltaba de lo característico de un perrero a ciencia y conciencia: ascensos por pedrizas, cruces de montarrales, remates de cochinacos y venadazos, suturas de navajazos en medio de la mancha…

 

Saqué de la velada una conclusión clara: hace Ángela por la igualdad de la mujer más de lo que otros hagamos con mil ponencias teóricas, no digo ya con mil incorrecciones gramaticales de esos cansinos «ellos y ellas» o «los y las», al borde de volver insoportables las conversaciones entreveradas de la tontada de moda que, en vez de exaltar, ridiculiza el feminismo mitinero de cascarilla. Hay mucha palabrería sobre lo que las mujeres tienen que hacer por su igualdad con el varón, cuando el camino no es quedar para desollar conejos y enfusar chorizos de los jabalíes que dieron placer al marido, sino apuntarse a lo mismo: empuñar armas, ojear, gobernar recovas, guardar cotos, guiar a cazadores, elaborar planes técnicos, etc. Si hombres y mujeres son iguales para la ley absolutamente en todo, ¿cómo no en prácticas y tareas cinegéticas? La mujer sirve para lo que el hombre, no porque lo diga la Constitución sino porque lo establece la naturaleza. Cuando en una junta digamos «los perreros» y haya mitad hombres y mitad mujeres habremos conquistado la igualdad. Cuando digamos «los perreros y las perreras» y haya nueve hombres y una mujer, la desigualdad será manifiesta y la expresión ridícula.

 

Lástima no ser organizador de monterías para que no me faltase a ninguna nuestra bizarra elogiada —también de agradable relación y buen carácter—, no como exotismo o curiosidad, sino para demostración de lo que es una dama hablando de tú a tú a los galanes cazadores que se tengan por más viriles. Mi felicitación, chiquilla. Fue una suerte oírte y compartir contigo. Y me vino de pronto la necesidad de darlo a conocer a todos los que quieran leerlo y entenderlo. Espero que sean muchos y que a ti te guste. ¡Hurra!

 

(Revista TROFEO, núm. 563, abril 2017, pág. 60)

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La mujer rural y su evolución estos últimos años
09/01/2017 LAURA MARTíN (Agricultora)

¿Nos hemos parado a pensar cómo ha evolucionado la mujer rural en estos últimos años? En esta época, Navidad, solemos hacer balance de las venturas y problemas que hemos tenido. También nos acordamos de quien no está o está lejos, la mujer rural tal y como la conocemos está lejos de aquellas que fueron.

Atrás quedan los años en los que la mujer no tenía casi remuneración por su trabajo, y muchísimo menos se les reconocía su labor y valía. No solo tenían largas jornadas en el campo sino que al llegar a casa seguían con sus tareas y cuidaban de los hijos, llegando incluso en ocasiones a tenerlos que llevar a la explotación agrícola o ganadera, por no poder dejarlos en casa.

En estos años era impensable que una mujer estuviera al frente de una explotación, ya que en aquellos momentos su opinión ni siquiera tenía trascendencia. Se valoraba muy poco su labor y quizás ellas eran las que llevaban todo el peso tanto familiar como empresarial. Hoy en día, reflexiono y veo como las mujeres rurales hemos evolucionado y muchas de nosotras estamos al frente de nuestra propia explotación, mujeres con formación académica, idiomas, tecnológica, etc. Atrás quedan los años que la mujer no tenía voz en el campo.

Aun así creo que queda mucho trabajo por hacer y para eso es necesario reivindicar nuestros derechos e intereses. A día de hoy existen asociaciones que velan por los intereses de la mujer rural, como es el caso de AMFAR, es una de las que más ha defendido a nuestras mujeres rurales y es de las que más ha trabajado por introducir la titularidad compartida dentro de las explotaciones.

Así que, para finalizar os invito a todos vosotros a que penséis en vuestras madres y abuelas, en vuestras tías y bisabuelas, que llevaban el peso de la gestión económica familiar y además trabajaban muy duro en el campo. Os animo a pensar cómo fue la vida para ellas y como es ahora para aquellas mujeres que quieren hacer del medio rural su forma de vida.

Os deseo felices fiestas, en especial a todas esas mujeres rurales que se levantan al amanecer, llegan a casa y siguen trabajando.

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