(Presidenta de AMFAR Cuenca) BEGOñA GARCíA
(Secretaria de Estado de Agricultura y Alimentación ) CARMEN CANDA
(Presidenta de AMFAR Galicia) CHELO AZNAR
(Presidenta AMFAR Zaragoza) CRISTINA CLAVELL
(Presidenta de AMFAR Cataluña) EDUARDO COCA
(Cazador y escritor) LAURA MARTíN
(Agricultora) LOLA MERINO
(Presidenta de AMFAR) LUCíA MARTíN
(Comisión Ejecutiva Alianza Rural) MANUELA REDONDO LUIS
(Presidenta de AMFAR Valladolid) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila ) MICHELLE BACHELET
(Directora ejecutiva de Naciones Unidas) MIGUEL ÁNGEL VALVERDE MENCHERO
( Presidente de la Diputación de Ciudad Real) ROSA PRUNA
(Presidenta de AMFAR Cataluña) VíCTOR YUSTE
(Director General Foro Interalimentario)

El papel de la mujer en el ámbito rural ha sido históricamente tan silencioso como indispensable. Hoy, más que nunca, debemos alzar la voz para reivindicar su importancia, no solo como garante de la sostenibilidad de nuestros territorios, sino también como una fuerza transformadora que impulsa la modernización, el progreso y la cohesión social en nuestros pueblos.
En la provincia de Ciudad Real, donde la vida rural define buena parte de nuestra identidad, las mujeres han sido el corazón que late al ritmo de los campos, las explotaciones ganaderas y las iniciativas de emprendimiento agrario. Han asumido roles múltiples, desde trabajadoras incansables en las tareas del campo hasta gestoras de empresas familiares y defensoras de tradiciones culturales que son el alma de nuestra comunidad. A pesar de estas contribuciones, su labor ha sido muchas veces invisibilizada o limitada por barreras sociales, económicas y culturales que aún persisten.
La Diputación de Ciudad Real tiene el firme compromiso de revertir esta realidad, promoviendo políticas públicas que pongan al mundo rural en el lugar que merece. Y en este ámbito, la mujer debe ser vista no solo como protagonista, sino también como agente de cambio y modernización en un sector como el agrario, que necesita adaptarse a los retos del siglo XXI.
Un ejemplo claro de esta transformación lo encontramos en la incorporación de la tecnología al ámbito agrario. La agricultura de precisión, el uso de sistemas de gestión inteligente de explotaciones, abren nuevas puertas que las mujeres están sabiendo aprovechar con creatividad y determinación. Están demostrado que pueden liderar esta transición hacia una agricultura más sostenible, respetuosa con el medio ambiente y orientada al futuro.
No podemos olvidar que la mujer rural no solo contribuye al desarrollo económico de nuestros territorios, sino que también es la guardiana de la sostenibilidad social y medioambiental. En muchos casos, son las mujeres quienes se encargan de preservar los valores y tradiciones que dotan de sentido a la vida en nuestros pueblos. Su papel en la dinamización de la economía local, en la lucha contra la despoblación y en la conservación de los recursos naturales es esencial.
Desde la Diputación de Ciudad Real, entendemos que el desarrollo de nuestras áreas rurales no puede alcanzarse sin una apuesta decidida por la igualdad. Por ello, apoyamos iniciativas como las lideradas por AMFAR, que contribuyen a visibilizar la importancia de las mujeres rurales y a fomentar su participación activa en todos los niveles de la sociedad. La revista “Mujer Rural” es un ejemplo inspirador de cómo se puede poner el foco en sus historias y visibilizar su impacto en el mundo agrario y rural.
No quiero finalizar sin reconocer el sacrificio y la valentía de tantas mujeres que, generación tras generación, han trabajado sin descanso para garantizar el sustento de sus familias y la pervivencia de sus comunidades. Su ejemplo debe inspirarnos a seguir construyendo políticas que garanticen su reconocimiento y su plena integración en todos los ámbitos de decisión y acción.
La mujer rural no es solo el pasado que define nuestra historia, o el presente que da forma a nuestras tradiciones, es el futuro de un mundo rural que queremos vivo, dinámico y lleno de oportunidades.

En el momento actual, la función y el papel de la mujer rural se ha convertido en una prioridad y en asunto muy comentado y recurrente en cualquier debate sobre política territorial, reto demográfico, sector agrario o despoblación, no solo en despachos oficiales e institucionales sino también en el conjunto de la sociedad.
Es evidente que la mujer, y en concreto, la mujer rural, la que vive y convive en las zonas rurales, es una figura esencial para el desarrollo y estructura de la sociedad, pero más aún en la sociedad del ámbito rural.
Es un tema que en absoluto es cuestionable y, más allá, está, o debiera estar, en el centro de todas las cuestiones que puedan afectar, directa o indirectamente, al progreso de nuestras zonas rurales.
No es una cuestión baladí, ni podemos ceñirla a un aspecto de estrategia de lo “políticamente correcto”.
Estamos viendo cómo hoy en día se está contando con la mujer rural a la hora de diseñar e implantar medidas para avanzar en igualdad entre hombres y mujeres en el medio rural, por visibilizar el trabajo y esfuerzo de estas mujeres por abrirse un camino digno, estable y de calidad para ellas y sus familias, por poder desarrollarse humana, profesional y económicamente en esos territorios que, en muchas ocasiones, suponen superar cuando menos unas limitaciones que la mujer “urbana” no tiene.
Más allá de esa reivindicación histórica por poner en valor su papel en la sociedad, la sociedad española es consciente de tener delante un reto de mayor calado y que es el lograr visibilizar a estas mujeres y apoyarles e implementar medidas acertadas en su gran proyecto de querer vivir, trabajar y emprender en el medio rural.
El camino de la mujer rural se ha ido allanando a la largo de años, de muchos años, pero este tiempo ya transcurrido en el que se han dado importantes pasos hacia delante, requiere de forma inmediata la concreción de acciones y medidas que potencien sus capacidades para aprovechar las oportunidades que surjan de su emprendimiento, de generar empleo, calidad de vida y de servicios para fijar familias.
El futuro de la mujer rural está intrínsecamente unido al del medio rural, en todos sus aspectos y, en especial, en el de la sostenibilidad, eso sí, económica (la primera), social y medioambiental.
Tenemos una de las generaciones de mujeres rurales jóvenes mejor preparadas, cuentan con formación académica y, lo más importante, con la experiencia y la sabiduría de sus madres y abuelas rurales, memoria viva de la riqueza popular intangible rural.
Es evidente que no podemos desaprovechar ese gran talento rural femenino, ni ponernos de perfil esperando que se vayan forzadas a las grandes ciudades porque no encuentran esa oportunidad laboral o empresarial en tus territorios.
Son muchos los campos donde la mujer puede potenciar su papel profesional, el sector agroalimentario, con la producción, la industria y la distribución alimentaria, es uno de los más importantes, con el medioambiental, el turismo, los servicios, etc. que crean sinergias con otros sectores económicos y que, en su conjunto, son una importante fuente de creación de riqueza, empleo e, insisto, de calidad de vida.
Mujeres rurales sobradamente preparadas las tenemos, pero se necesitan políticas, medidas y acciones concretas, individualizadas, adaptadas y debidamente monitorizadas a las peculiaridades de cada territorio.
No me cabe la menor duda que, más temprano que tarde, la mujer rural copará y estará presente en más órganos de decisión, empresariales, asociativos y políticos, e influirán, con la delicadeza y habilidad que las caracteriza, para que hacer que las cosas que les interesan y les aportan valor ocurran,
¿Hacia dónde camina la mujer rural? hacia un éxito rotundo gracias al potencial que tienen en sus manos.

Hoy, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, AMFAR (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural) hace público un dato alarmante: más de la mitad de las mujeres asesinadas por violencia de género en 2024, el 52,5%, vivían en municipios rurales. Esta realidad, revelada por el Observatorio Rural de Violencia de Género que hemos creado en AMFAR, refleja la gravedad de la violencia machista en las zonas rurales de España.
La violencia de género sigue siendo una de las mayores manifestaciones de discriminación hacia las mujeres, vulnerando sus derechos fundamentales, como el derecho a la vida y a la libertad. Sin embargo, en el entorno rural, esta problemática adquiere características específicas que dificultan aún más su visibilidad y abordaje.
En estos municipios, el silencio impuesto por el miedo y la presión social es una barrera casi infranqueable para muchas víctimas. Temen denunciar por miedo a ser señaladas, a la dependencia económica o al futuro de sus hijos. Además, la falta de recursos específicos para atenderlas agrava su situación.
AMFAR pone de manifiesto que el riesgo de sufrir violencia machista aumenta a medida que disminuye el tamaño del municipio. Según los datos extraídos por AMFAR, el 52,4% de las víctimas rurales vivían en localidades con menos de 10.000 habitantes; mientras que este porcentaje baja al 28,6% en municipios de entre 10.000 y 20.000 habitantes y desciende aún más, al 19%, en localidades de entre 20.000 y 30.000 habitantes.
Por comunidades autónomas, Cataluña lidera el trágico ranking de comunidades autónomas con más mujeres asesinadas en el ámbito rural (6), seguida de Andalucía (4) y la Comunidad Valenciana y Galicia (3 cada una). En contraste, comunidades como Castilla y León, Aragón y la Comunidad de Madrid registran menos casos en estas zonas.
La cercanía entre vecinos y el escaso anonimato en los municipios rurales convierten a las mujeres víctimas de violencia de género en blanco fácil de prejuicios y juicios sociales. Esta presión perpetúa el silencio y dificulta que puedan pedir ayuda.
Ante esta preocupante realidad, desde AMFAR planteamos una serie de medidas prioritarias para combatir la violencia machista en el entorno rural. Comenzando por ampliar la accesibilidad a los recursos de atención, ya que es fundamental garantizar que las mujeres rurales puedan acceder a servicios de asistencia psicológica, jurídica y social.
Siguiendo por proporcionar apoyo psicosocial preventivo, porque resulta necesario diseñar programas adaptados a las características de las zonas rurales para prevenir y detectar situaciones de violencia y sobre todo; fomentar la independencia económica de las mujeres rurales a través de programas de formación y autoempleo que les permitan salir de situaciones de maltrato y alcanzar autonomía económica.
Desde su creación, en AMFAR trabajamos incansablemente para defender los derechos de las mujeres rurales y prevenir la violencia de género. El Observatorio Rural de Violencia de Género, al que tenéis acceso en la web de nuestra Federación; www.mujerrural.com , es una herramienta clave para visibilizar esta problemática y diseñar soluciones específicas que atiendan las necesidades de estas mujeres.
Además, en AMFAR ofrecemos servicios como de asesoría jurídica, donde las víctimas reciben información confidencial y personalizada sobre los recursos económicos disponibles y los organismos a los que pueden acudir. También brindamos apoyo psicológico para ayudarlas a encontrar una salida y proteger a sus hijos.
Este 25 de noviembre, es momento de reflexionar por qué las cifras de violencia de género continúan siendo alarmantemente altas, especialmente en los meses de verano, y por qué tantas mujeres asesinadas no llegan a presentar una denuncia. También es crucial preguntarse por qué en muchos casos, el entorno conociendo la situación, no evitara el desenlace fatal.
La violencia de género no puede seguir siendo una condena silenciada en el ámbito rural. Es imprescindible que la sociedad, las instituciones y las organizaciones unan esfuerzos para garantizar un futuro libre de violencia para todas las mujeres vivan donde vivan.
Las mujeres rurales no están solas. AMFAR seguirá trabajando para darles las herramientas necesarias para que puedan romper el círculo de la violencia y construir una vida digna para ellas y sus familias.
AMFAR, por un futuro sin violencia.

Hoy, 15 de octubre, celebramos el Día Mundial de las Mujeres Rurales. Esa aventura de la que forman parte 6 millones de mujeres en España que llenan de vida los ocho mil pueblos de nuestro país manteniendo en ellos el presente y redactando su futuro.
Hoy es el día para homenajear a todas las mujeres que representan a nuestros municipios y sobre todo, a los más pequeños. Mujeres fuertes, valientes, y ejemplares. Mujeres líderes que han dado el paso poniéndose al frente de sus ayuntamientos, atendiendo consultas médicas, gestionando guarderías, comercios, empresas o dirigiendo hogares. Aquellas que han roto techos de cristal dejando pasar la luz a sus plazas y calles, sembrando vida en ellas.
Hoy es el día para reconocer a las mujeres rurales que, con dedicación, luchan para que el campo, la agricultura y la ganadería de España continúen su trayectoria de alimentar a la población, pese a tener que sortear las amenazas que hoy ponen a este sector en el punto de mira.
Mujeres rurales. Son las que se levantan cada día con la mirada puesta en la lucha contra la despoblación, o las mermas que dejan fenómenos como la sequía en nuestras cosechas, o el sinvivir de una crisis de precios en origen que asfixia rentas familiares.
Este año Amfar cumple 27 ediciones festejando esta efeméride que comenzamos a celebrar en 1997 convirtiéndonos en la asociación pionera en España en reconocer la labor que tantas mujeres han realizado a lo largo de la historia. Felicitamos a las mujeres que siguen escribiendo la historia con orgullo, y con el corazón y el alma puestos en cada acción.
Las mujeres rurales son una seña de identidad, un espejo en el que mirarse para desarrollar políticas que garanticen la igualdad y la prosperidad en nuestros pueblos.
Más de doscientas mil mujeres han tomado la decisión de ponerse al frente de sus explotaciones agrícolas o ganaderas. Más de doscientas mil mujeres son las que han decidido ser la imagen visible de las mujeres del campo. Y, con ese espíritu que las caracteriza, han conseguido una larga lista de avances en materia de igualdad.
La revolución silenciosa de las mujeres en el campo ha supuesto que ya representen el 38% del total de los perceptores de las ayudas directas de la PAC. Una cifra que no deja de crecer cada año.
El futuro del mundo rural se siembra en femenino. Con ellas, conviven ya 1.257 mujeres dadas de alta en titularidad compartida, que hacen cada vez más próspera la permanencia de las mujeres en las explotaciones familiares agrarias. A las que añadimos, las mujeres al frente de nuestras denominaciones de origen sumando valor a nuestros productos agroalimentarios.
En este camino hacia el mañana, reivindicamos una sociedad concienciada, que reme en contra de la discriminación y, concretamente, contra la que más daño genera: la violencia de género. Son 35 mujeres asesinadas por violencia machista en lo que llevamos de año. Una lacra que adquiere mayor presencia en el entorno rural: durante 2023, el 38% de las agresiones se produjeron en pequeños municipios donde esta violencia silenciosa hace necesaria la prevención, la dotación de recursos y el compromiso con ellas de toda la sociedad.
Se necesitan recursos, servicios que lleguen hasta el último rincón de la población y que la digitalización traspase las fronteras de las ciudades.
Dicho esto, mi más sincero reconocimiento a las mujeres rurales por su encomiable labor por mantener con vida nuestro mundo rural. Ellas son el presente y las grandes protagonistas del desarrollo rural. ¡Feliz Día Mundial de las Mujeres Rurales!

Ser una mujer rural ―porque sí, porque yo también lo soy: soy una extremeña de pueblo tremendamente orgullosa de serlo― es una de las cosas más fundacionales que puede sucederle a una. Hay varios rasgos comunes que nos atañen a todas: sabemos que el apoyo es necesario. Sabemos que vivimos tiempos difíciles para el sector. Sabemos que la lucha es continua, y sabemos que si no trabajamos juntas y juntos, codo con codo, no podremos conseguir el único objetivo, lo único que debería importar: progresar, y, con ello, mejorar la vida de la gente.
Conseguir la igualdad de género y empoderar a las mujeres rurales no sólo es lo correcto, sino que es lo más inteligente, porque las mujeres rurales tienen un papel crucial en el crecimiento como país. Sin nosotras no hay sociedad. La igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres es un elemento básico de la vertebración social, que actúa como garantía de la identidad, del progreso y de la cohesión social. No se nos puede olvidar que la fijación de la población al territorio la hacen las mujeres rurales.
El panorama ha mejorado, pero no nos podemos conformar. El medio rural español se encuentra envejecido y cada vez más masculinizado. No es opinión, son datos del INE en 2023: en la España rural viven unos 3,69 millones de mujeres. Es decir: el 49% de los habitantes de los municipios rurales son mujeres. Es casi un 2% menos que el nivel nacional, y la edad media en estos pueblos es muy elevada con respecto a la de las mujeres urbanas. Cuanto más pequeño es el pueblo, mayor es la edad de sus habitantes.
Además, el Censo Agrario 2020 refleja que sólo el 32% de las personas que son titulares de explotación y el 29,92% de las personas jefas de las explotaciones son mujeres. Las mujeres representaban en 2021, según datos del Observatorio del Cooperativismo Agroalimentario, un 28,5% de la base social de las cooperativas, mientras que sólo un 9,6% forman parte de los consejos rectores, y un 4,6% ejercieron la presidencia. Así, los últimos datos disponibles muestran que el 32% de las personas que son titulares de explotaciones son mujeres, es decir, de 789.103 titulares de explotación, tan sólo 252.415 son mujeres; que en España hay 1.337 empresas de titularidad compartida; y que las explotaciones de mujeres tienen una dimensión económica un 37% menor que la media nacional.
Esto evidencia varias cosas. La primera de ellas es que, efectivamente, sí, hay mucho trabajo que hacer, pero hay disposición, hay ganas e ilusión, y las mujeres quieren liderar un sector al que, en la mayoría de los casos, le han dedicado y le dedican completamente su vida. Si vemos los datos en su conjunto, si analizamos su evolución, podemos comprobar que hay un incremento, leve pero continuo. Las cifras no están estancadas, no dejan de aumentar.
Pero no es suficiente. Tiene que cambiar. Y lo vamos a cambiar: mi experiencia ―primero los ocho años que he trabajado por el sector agroalimentario de mi región, de Extremadura, y ahora en esta etapa al frente de la Secretaría de Estado de Agricultura y Alimentación― me ha enseñado que el sector agro es un ejemplo de transformación, de progreso, de adaptación ante situaciones complicadas. Llevo muchos años dedicada al desarrollo rural, di mis primeros pasos en el mundo profesional en la administración pública municipal de Malpartida de Cáceres y en la Mancomunidad de Municipios Tajo-Salor de Cáceres. Incluso durante varios años me sumergí en proyectos de cooperación internacional, con los que me enriquecí de las sólidas y potentes redes de mujeres de países como Costa Rica.
Todo ello me impulsó a adentrarme en la política, a incentivar mi curiosidad y mis ganas por ayudar a las mujeres, a poner mi pedacito de arena en el movimiento feminista. Cuando sea mayor, quiero mirar atrás y sentirme feliz y orgullosa de mi lucha. Porque trabajo todos los días en un mundo que aún continúa estando muy masculinizando.
Hemos trabajado mucho en este sentido, pero tenemos que trabajar más. Y estamos en ello.
Para lograr ese avance, son indispensables aspectos como la titularidad compartida y la incorporación de más mujeres a la actividad agraria. En eso andamos desde el Ministerio, dando a conocer la ley, con grupos de trabajo interministeriales. Porque el que haya mujeres presidentas, jefas, gerentes, directoras, liderando cooperativas en el sector primario es fundamental. Las mujeres tenemos otra manera de hacer las cosas. Necesitamos promover y favorecer la igualdad real y efectiva de las mujeres en el medio rural a través del reconocimiento jurídico y económico de su participación en la actividad agraria.
Nuestro deber es reconocer el papel y la labor de quienes más invisibilizadas han estado: las mujeres rurales. Por eso, tenemos los Premios de Excelencia a la Innovación de Mujeres Rurales, también las ayudas a asociaciones de mujeres rurales o el Ciclo Nacional de Cine y Mujeres Rurales, para que sean protagonistas. Las mujeres rurales son una de las mejores muestras del talento y tesón de este país. Somos conscientes de su importancia y, con esa visión, España consiguió introducir el concepto de igualdad de género en la regulación de los Planes estratégicos. Una de las prioridades para España en las pasadas negociaciones de la Política Agraria Comunitaria 2023 – 2027 fue la incorporación de la perspectiva de género. Gracias al ministro Luis Planas y al gran trabajo de todo su equipo, se logró incorporar la perspectiva de género entre los objetivos estratégicos. Un cambio que ha supuesto que, entre otras cosas, podamos considerar esta nueva PAC como más justa e igualitaria.
Este importante logro permite, por ejemplo, que las jóvenes ganaderas y agricultoras que decidan incorporarse a la actividad agraria tengan un importe superior de ayuda en el pago complementario para jóvenes, así como la posibilidad de que las comunidades autónomas prioricen sus ayudas de desarrollo rural (FEADER) a favor de ellas. También, respecto a las ayudas del primer pilar de la PAC, España ha incluido en su Plan Estratégico un importe de ayuda un 15% mayor en el pago complementario a la ayuda básica a la renta para jóvenes para el caso de titulares mujeres incorporadas por primera vez y recientemente como jefa o cotitular de explotación.
Es cierto que aún nos queda mucho camino por recorrer, pero este ha sido un paso muy importante, no solo para España, sino para toda Europa en su conjunto. Porque el avance de una mujer es el avance de todas, porque las conquistas de una mujer son las conquistas de todas. Estamos juntas en esto, y juntas avanzaremos. El talento femenino rural y sus logros convierten a las mujeres en grandes referentes, en espejos en los que mirarse. Y, aunque nos intenten ocultar o relevar a un segundo plano, la vida real siempre ha estado, está y estará repleta de millones de mujeres que rompemos barreras, techos de cristal, mujeres líderes, tanto en las grandes ciudades como en los pequeños pueblos, en cualquier parte del mundo.

Un año más, las mujeres rurales de AMFAR aprovechamos el Día Internacional de las Mujeres para dar a conocer los avances conseguidos y seguir reivindicando la igualdad de oportunidades y los derechos de las mujeres rurales españolas.
Este 8 de marzo, AMFAR rinde homenaje y reconoce a las miles de mujeres rurales españolas que tienen en el campo su profesión o su renta familiar. Mujeres que estos días están participando en las movilizaciones agrarias y en las tractoradas para dignificar su profesión y conseguir el apoyo de las administraciones y de la sociedad.
El sector agrario atraviesa un momento extremadamente crítico. El campo agoniza y pierde profesionales debido a las imposiciones irracionales dictadas desde despachos de quienes no lo han pisado nunca y lo desconocen. Ante esta situación insostenible, mujeres y hombres han dicho basta, y se han echado a las carreteras para exigir una revisión de la Política Agraria Comun (PAC) que se ajuste a la realidad, para aligerar la carga burocrática que soportan, por una revisión de la cadena agroalimentaria que proteja al eslabón más débil y por acabar con la competencia desleal de otros países que ponen en peligro la viabilidad del sector.
El sector primario es seña de identidad española, es marca España y piedra angular de la economía rural. Y resulta incomprensible que las mujeres y los hombres del campo no encuentren la defensa y el apoyo que necesitan para asegurar la supervivencia de su actividad profesional y la rentabilidad de sus explotaciones.
Las mujeres llevan años liderando una revolución silenciosa en el campo. Si centramos la mirada en la última década, las jefas de explotaciones agrarias han aumentado un 22%, mientras que los varones jefes de explotación han disminuido un 15%.
A esto sumamos los datos que nos ofrece el estudio más reciente del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), en el que se evidencia que las mujeres continúan al pie del cañón, representando ya más del 37% del total de los perceptores de la PAC, superando la cifra de 210.000 mujeres al frente de las explotaciones agrarias en España.
Las mujeres rurales están demostrando una extraordinaria capacidad de adaptación. Innovan, se forman, se empoderan, emprenden, lideran,… y por ello, se merecen apoyo, respeto y reconocimiento.
Ahora las mujeres son agricultoras, ganaderas, enólogas, presiden bodegas, cooperativas, denominaciones de origen. Son mujeres que emprenden, invierten, arriesgan. Mujeres que deciden y lideran sin miedo.
Es el momento de mirar al campo con ojos de mujer. Es el momento de aprovechar el talento y el empoderamiento de las mujeres. Es el momento de situarlas en el centro del desarrollo rural sostenible.
Las mujeres deben ser las protagonistas y el eje de las políticas rurales, porque ellas son garantía de futuro.
Feliz Día Internacional de las Mujeres.

Hoy 19 de noviembre es el Día Internacional de la Mujer Emprendedora y como presidenta de AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural quiero poner el acento en las emprendedoras rurales.
En un día como hoy, debemos reconocer la valentía, el talento y la fortaleza de tantas mujeres rurales que han dado el paso para liderar su negocio en el pueblo que las vio nacer y de aquellas que abandonaron la ciudad para apostar por el campo. Tanto unas como otras, son claves para frenar uno de los grandes retos que debemos afrontar en este siglo XXI: la despoblación.
El 85% del territorio español es rural y en él vive un escaso 20% de la población total nacional, con escasa presencia de mujeres y jóvenes.
En AMFAR somos conscientes de que las mujeres son esenciales para el mantenimiento y el desarrollo sostenible de la vida y riqueza en el ámbito rural. Por este motivo, trabajamos para conseguir que las mujeres cuenten con las herramientas necesarias para facilitarles el emprendimiento. Deben contar con oportunidades de formación, cualificación, capacitación y de medidas efectivas que permitan la conciliación de su vida personal y profesional, y así, poder asegurar el futuro de nuestros pueblos, que en el 42% de los casos se encuentra en grave peligro de despoblación.
Recientemente, el Observatorio de Emprendimiento publicaba un estudio sobre “Emprendedoras Rurales en España”, en el que queda patente que son ellas, las propias mujeres, las que en un 79% de los casos perciben la necesidad de autoemplearse para poder quedarse a vivir en sus pueblos.
Este mismo estudio constata que en torno a un 20% de las mujeres rurales se encuentra inmersa en alguna de las fases del proceso emprendedor y más del 8% cuenta con un proyecto laboral ya consolidado, una cifra tres veces superior a la que se recoge en entornos urbanos.
En la mayoría de los casos, las mujeres se ponen al frente de empresas familiares y si deciden invertir en otro negocio, la apuesta mayoritaria se dirige hacia el sector servicios o el agrario.
La actividad emprendedora de las mujeres es vital para afrontar el reto demográfico, pero también, para hacer frente a otros desafíos de gran calado como son la masculinización, el envejecimiento, la falta de oportunidades de empleo y el desigual acceso a servicios públicos e infraestructuras.
Quiero destacar la silenciosa y ya imparable revolución de las mujeres rurales en el sector primario. Ya son muchas las que pisan con fuerza. Si centramos la mirada en la última década, las mujeres jefas de explotaciones agrarias han aumentado un 22%, mientras que los varones jefes de explotación han disminuido un 15%. Además, el 38% del total de los perceptores de las ayudas directas de la PAC son mujeres y contamos con más de 1.200 mujeres que comparten la titularidad de la explotación agraria con su marido o pareja.
Y es que no es posible hablar de futuro sin hablar de campo, y sin mujeres no hay campo, ni desarrollo rural. Por tanto, o se invierte en las mujeres o no hay futuro para el ámbito rural.
Por eso, desde AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, apostaremos y trabajaremos para concienciar a la sociedad de que son necesarias medidas reales que garanticen el relevo generacional, que incrementen la profesionalización de las mujeres en la actividad agraria, que mejoren su calidad de vida, sus oportunidades laborales y pongan fin a las desigualdades salariales.
Estoy convencida que el trabajo conjunto, en beneficio de las mujeres rurales, redundará en vida, empleo y población para el ámbito rural español.

Hoy 15 de octubre es el Día Mundial de las Mujeres Rurales. Una fecha que se instauró en la IV Conferencia sobre la Mujer, organizada por la ONU en Pekín en 1995.
AMFAR comenzó a festejar esta fecha en el año 1997, convirtiéndose así en la organización pionera de la celebración del Día Mundial de las Mujeres Rurales en España. Este año hemos celebrado la 26 edición de esta efeméride tan importante para los 6 millones de mujeres rurales españolas. Mujeres que han demostrado seguir al pie de cañón con más fuerza que nunca.
Mujeres que han irrumpido en el mercado laboral liderando cargos de responsabilidad al frente de explotaciones agroganaderas, cooperativas, almazaras, denominaciones de origen, bodegas…
Mujeres que han roto moldes en el ámbito profesional, al tiempo que han decidido quedarse a vivir en sus pueblos, donde gracias a su esfuerzo y trabajo se han convertido en las verdaderas artífices de los avances conseguidos en igualdad y desarrollo rural.
Mujeres de manos curtidas, corazón caliente y alma libre, que han de ser los ojos por los que miren los responsables de redactar las leyes contra la despoblación, el reto demográfico o los encargados de diseñar las ayudas para el emprendimiento femenino. Ellas deben ser el centro de las políticas de desarrollo rural y de su mano debe diseñarse la corresponsabilidad o conciliación en el ámbito rural.
La revolución de las mujeres rurales ha sido silenciosa, ya son muchas las mujeres que pisan con fuerza en el campo. Si nos fijamos en la última década, las jefas de explotaciones agrarias han aumentado un 22%, mientras que los jefes de explotación han disminuido un 15%. Además, el 38% del total de perceptores de la PAC son mujeres y contamos con más de 1200 mujeres que comparten la titularidad de la explotación agraria con su marido o pareja.
No es posible hablar de futuro sin hablar de campo, y sin mujeres no hay campo, ni desarrollo rural. Por tanto, o se invierte en las mujeres o no hay futuro.
No obstante, queda camino por recorrer en materia de igualdad de oportunidades y hoy se hace más necesario que nunca reivindicar el compromiso de la sociedad en su conjunto para alcanzarlo. Tenemos que insistir en la necesidad de continuar trabajando contra la discriminación más clara que sufren las mujeres: la violencia de género. Ya son 51 las mujeres víctimas de violencia en lo que va de año, el 38% de ellas eran mujeres del ámbito rural, donde esta violencia se vive de una manera más silenciosa y donde se hace más necesaria una inversión en recursos y en prevención para proteger a las mujeres rurales.
Dicho esto, mi más sincera enhorabuena y reconocimiento a los 6 millones de mujeres rurales españolas, por su encomiable labor para mantener con vida nuestro mundo rural. Ellas son el futuro y las grandes protagonistas del desarrollo rural. ¡Feliz Día Mundial de las Mujeres Rurales!

A comienzos de este año, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España daba a conocer el número total de perceptores de las ayudas directas de la PAC, así como un análisis de la edad y el sexo de los perceptores, tanto a nivel nacional como por comunidades autónomas.
La realidad es que, en España, según los últimos datos disponibles (2021), el 62,5% de perceptores de ayudas directas de la PAC son hombres y sólo el 37,5% son mujeres. Además, ellas reciben un importe medio de 2.844 euros anuales, mientras que el de ellos es de 5.465 euros al año. Es decir, las mujeres cobran un 48% menos.
Estos primeros datos reflejan una menor representación de las mujeres en la actividad agraria española, la menor dimensión de sus explotaciones, un importe medio de las ayudas directas inferior al de los hombres y además, podemos afirmar que la incorporación de las mujeres y los jóvenes al campo sigue siendo una asignatura pendiente.
Un reto que se torna complicado ante la aprobación de una nueva PAC que, más que proteger la producción agraria e incentivar a las mujeres y los jóvenes a que vean en el sector agrario una oportunidad laboral en el ámbito rural, se ha convertido en un obstáculo que ha sembrado de dudas y dificultades el mantenimiento de gran número de explotaciones.
En este caso, es bueno recordar que esta nueva PAC ha sido aprobada por el Ministerio de Agricultura y con el visto bueno del Ministerio de Transición Ecológica, sin contar con la participación ni la unanimidad de las comunidades autónomas, ni de las organizaciones agrarias ni de las organizaciones de mujeres rurales, como AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural.
Además, llega en un momento complicado para el sector agrario que ha perdido en los últimos de cinco años, desde el 2016 al 2021, un total de 158.486 perceptores de ayudas directas de la PAC. Mientras que en el 2016 el número total de perceptores de ayudas PAC se elevaba a 750.193 en el 2021 la cifra ha bajado drásticamente hasta los 591.707.
Ante este panorama, en el que cada año se pierden miles de mujeres y hombres profesionales agrarios, se complica el objetivo de alcanzar números igualitarios en la actividad agraria, a pesar del incremento vivido en los últimos años en la profesionalización de las mujeres en este sector, donde cabe destacar el caso concreto de la comunidad autónoma de Andalucía que aglutina al 38,4% del total de mujeres profesionales agrarias de España.
En Andalucía, las mujeres que reciben ayudas PAC se elevan hasta las 85.287, la cifra de agricultoras y ganaderas más alta de España, que representa más del 41% de los profesionales agrarios andaluces y que las eleva a cifras por encima de la media nacional. Sin embargo, estas mujeres cobran un importe medio de 3.991 euros anuales, superado por las mujeres del campo de Castilla y León que reciben 7.390 euros al año y por encima de las de mi región, Castilla-La Mancha, que cobran una ayuda inferior, 3.510 euros al año.
Como presidenta nacional de AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural y en calidad de miembro del Comité de Seguimiento del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027, apostaremos y defenderemos medidas reales que garanticen el relevo generacional, que incrementen la profesionalización de las mujeres en la actividad agraria, que mejoren su calidad de vida y sus oportunidades laborales en el ámbito rural español, porque faltan mujeres en el campo español.

Han pasado tres décadas desde que AMFAR, Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, diera los primeros pasos para constituirse en la principal federación nacional en la defensa de los derechos e intereses de las mujeres rurales españolas. Nuestros objetivos fueron claros desde el principio: que se conociera la realidad de las mujeres rurales, eliminar los obstáculos que les impedían crecer y potenciar que sus ilusiones de futuro fueran una realidad. Los primeros pasos no fueron fáciles, pero confieso que la dificultad engrandecía cada reto a conseguir.
Uno de los principales desafíos de AMFAR fue conseguir que las mujeres vieran reconocido el trabajo que realizaban en las explotaciones agrarias, que ya en los primeros años de nuestra andadura, se registraba sorprendentemente en las estadísticas bajo la calificación de “extensión de sus labores” de ama de casa. Tres décadas después, en AMFAR celebramos que ¡lo estamos consiguiendo!
Hace unas semanas, conocía los últimos datos del censo agrario que recogía la actualidad del sector agrícola y ganadero español, un sector estratégico, que aporta el 10% al Producto Interior Bruto de España y que genera casi 3 millones de empleos.
Un sector económico en el que las mujeres han conquistando protagonismo a pasos agigantados, aunque de manera silenciosa. Tanto es así, que el número de mujeres que han cogido las riendas como Jefas de Explotación en el sector agrario ha aumentado un 22% en la última década, frente a la presencia de los hombres que, en su papel de Jefes de Explotaciones agrarias, ha descendido un 15% en este mismo periodo de tiempo.
En este sentido, quiero destacar el empuje y la valentía de las mujeres rurales andaluzas, que junto a las mujeres gallegas, asturianas y cántabras se han situado por encima de la media nacional, sobrepasando el porcentaje del 28,6% de mujeres jefas de explotación en comunidades autónomas.
Las mujeres rurales ganamos terreno, espacio y visibilidad en el sector agrario español. Queda mucho trabajo por hacer y espacio por conquistar, lo sé, pero en la actualidad, nos sentimos orgullosas y presumimos de la trayectoria recorrida por las mujeres rurales españolas en esta última década.
Estas mujeres son ejemplo de fortaleza en un sector tradicionalmente masculinizado y gracias a su tenacidad comienza a cambiar el rumbo hacia un destino más igualitario, en el que las mujeres tenemos mucho que hacer, decir y dar.
Estas mujeres que hoy aplaudimos, se han visto obligadas a enfrentarse a situaciones insólitas, en muchas ocasiones, para conseguir lo que les pertenece por derecho. En este caso, se me viene a la cabeza las dificultades para ver reconocido su trabajo en la explotación agraria. Un obstáculo que AMFAR sorteó consiguiendo la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. Una Ley que acaba de cumplir una década, y que gracias a AMFAR vio la luz en el año 2011.
Desde AMFAR hemos reclamado ante el Ministerio de Agricultura que impulsen esta norma, simplificando el procedimiento para conseguir el alta, dándole difusión, y mejorando las ayudas e incentivos económicos para las mujeres, ya que esta Ley es, entre otras, una gran oportunidad para frenar la despoblación, apostando por trabajar en una unidad familiar agraria, generando empleo y fijando población en el ámbito rural.
Y termino aprovechando estas líneas para demandar el fortalecimiento del compromiso de las administraciones con las mujeres rurales y la igualdad de oportunidades, porque un pueblo sin mujeres, se muere. Las mujeres rurales son vida, dinamismo, innovación y garantía de futuro para nuestros pueblos. Miremos a las políticas de desarrollo rural, a la futura PAC y a nuestros municipios con ojos de mujer y avanzaremos más rápido.