(Presidenta de AMFAR Cuenca) BEGOñA GARCíA
(Secretaria de Estado de Agricultura y Alimentación ) CARMEN CANDA
(Presidenta de AMFAR Galicia) CHELO AZNAR
(Presidenta AMFAR Zaragoza) CONCEPCIóN CEDILLO
(Presidenta de la Diputación de Toledo) CRISTINA CLAVELL
(Presidenta de AMFAR Cataluña) EDUARDO COCA
(Cazador y escritor) LAURA MARTíN
(Agricultora) LOLA MERINO
(Presidenta de AMFAR) LUCíA MARTíN
(Comisión Ejecutiva Alianza Rural) MANUELA REDONDO LUIS
(Presidenta de AMFAR Valladolid) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila) MARíA TERESA RESINA
(Presidenta de AMFAR Ávila ) MICHELLE BACHELET
(Directora ejecutiva de Naciones Unidas) MIGUEL ÁNGEL VALVERDE MENCHERO
( Presidente de la Diputación de Ciudad Real) ROSA PRUNA
(Presidenta de AMFAR Cataluña) VíCTOR YUSTE
(Director General Foro Interalimentario)
A comienzos de este año, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España daba a conocer el número total de perceptores de las ayudas directas de la PAC, así como un análisis de la edad y el sexo de los perceptores, tanto a nivel nacional como por comunidades autónomas.
La realidad es que, en España, según los últimos datos disponibles (2021), el 62,5% de perceptores de ayudas directas de la PAC son hombres y sólo el 37,5% son mujeres. Además, ellas reciben un importe medio de 2.844 euros anuales, mientras que el de ellos es de 5.465 euros al año. Es decir, las mujeres cobran un 48% menos.
Estos primeros datos reflejan una menor representación de las mujeres en la actividad agraria española, la menor dimensión de sus explotaciones, un importe medio de las ayudas directas inferior al de los hombres y además, podemos afirmar que la incorporación de las mujeres y los jóvenes al campo sigue siendo una asignatura pendiente.
Un reto que se torna complicado ante la aprobación de una nueva PAC que, más que proteger la producción agraria e incentivar a las mujeres y los jóvenes a que vean en el sector agrario una oportunidad laboral en el ámbito rural, se ha convertido en un obstáculo que ha sembrado de dudas y dificultades el mantenimiento de gran número de explotaciones.
En este caso, es bueno recordar que esta nueva PAC ha sido aprobada por el Ministerio de Agricultura y con el visto bueno del Ministerio de Transición Ecológica, sin contar con la participación ni la unanimidad de las comunidades autónomas, ni de las organizaciones agrarias ni de las organizaciones de mujeres rurales, como AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural.
Además, llega en un momento complicado para el sector agrario que ha perdido en los últimos de cinco años, desde el 2016 al 2021, un total de 158.486 perceptores de ayudas directas de la PAC. Mientras que en el 2016 el número total de perceptores de ayudas PAC se elevaba a 750.193 en el 2021 la cifra ha bajado drásticamente hasta los 591.707.
Ante este panorama, en el que cada año se pierden miles de mujeres y hombres profesionales agrarios, se complica el objetivo de alcanzar números igualitarios en la actividad agraria, a pesar del incremento vivido en los últimos años en la profesionalización de las mujeres en este sector, donde cabe destacar el caso concreto de la comunidad autónoma de Andalucía que aglutina al 38,4% del total de mujeres profesionales agrarias de España.
En Andalucía, las mujeres que reciben ayudas PAC se elevan hasta las 85.287, la cifra de agricultoras y ganaderas más alta de España, que representa más del 41% de los profesionales agrarios andaluces y que las eleva a cifras por encima de la media nacional. Sin embargo, estas mujeres cobran un importe medio de 3.991 euros anuales, superado por las mujeres del campo de Castilla y León que reciben 7.390 euros al año y por encima de las de mi región, Castilla-La Mancha, que cobran una ayuda inferior, 3.510 euros al año.
Como presidenta nacional de AMFAR-Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural y en calidad de miembro del Comité de Seguimiento del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027, apostaremos y defenderemos medidas reales que garanticen el relevo generacional, que incrementen la profesionalización de las mujeres en la actividad agraria, que mejoren su calidad de vida y sus oportunidades laborales en el ámbito rural español, porque faltan mujeres en el campo español.
Han pasado tres décadas desde que AMFAR, Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, diera los primeros pasos para constituirse en la principal federación nacional en la defensa de los derechos e intereses de las mujeres rurales españolas. Nuestros objetivos fueron claros desde el principio: que se conociera la realidad de las mujeres rurales, eliminar los obstáculos que les impedían crecer y potenciar que sus ilusiones de futuro fueran una realidad. Los primeros pasos no fueron fáciles, pero confieso que la dificultad engrandecía cada reto a conseguir.
Uno de los principales desafíos de AMFAR fue conseguir que las mujeres vieran reconocido el trabajo que realizaban en las explotaciones agrarias, que ya en los primeros años de nuestra andadura, se registraba sorprendentemente en las estadísticas bajo la calificación de “extensión de sus labores” de ama de casa. Tres décadas después, en AMFAR celebramos que ¡lo estamos consiguiendo!
Hace unas semanas, conocía los últimos datos del censo agrario que recogía la actualidad del sector agrícola y ganadero español, un sector estratégico, que aporta el 10% al Producto Interior Bruto de España y que genera casi 3 millones de empleos.
Un sector económico en el que las mujeres han conquistando protagonismo a pasos agigantados, aunque de manera silenciosa. Tanto es así, que el número de mujeres que han cogido las riendas como Jefas de Explotación en el sector agrario ha aumentado un 22% en la última década, frente a la presencia de los hombres que, en su papel de Jefes de Explotaciones agrarias, ha descendido un 15% en este mismo periodo de tiempo.
En este sentido, quiero destacar el empuje y la valentía de las mujeres rurales andaluzas, que junto a las mujeres gallegas, asturianas y cántabras se han situado por encima de la media nacional, sobrepasando el porcentaje del 28,6% de mujeres jefas de explotación en comunidades autónomas.
Las mujeres rurales ganamos terreno, espacio y visibilidad en el sector agrario español. Queda mucho trabajo por hacer y espacio por conquistar, lo sé, pero en la actualidad, nos sentimos orgullosas y presumimos de la trayectoria recorrida por las mujeres rurales españolas en esta última década.
Estas mujeres son ejemplo de fortaleza en un sector tradicionalmente masculinizado y gracias a su tenacidad comienza a cambiar el rumbo hacia un destino más igualitario, en el que las mujeres tenemos mucho que hacer, decir y dar.
Estas mujeres que hoy aplaudimos, se han visto obligadas a enfrentarse a situaciones insólitas, en muchas ocasiones, para conseguir lo que les pertenece por derecho. En este caso, se me viene a la cabeza las dificultades para ver reconocido su trabajo en la explotación agraria. Un obstáculo que AMFAR sorteó consiguiendo la aprobación de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. Una Ley que acaba de cumplir una década, y que gracias a AMFAR vio la luz en el año 2011.
Desde AMFAR hemos reclamado ante el Ministerio de Agricultura que impulsen esta norma, simplificando el procedimiento para conseguir el alta, dándole difusión, y mejorando las ayudas e incentivos económicos para las mujeres, ya que esta Ley es, entre otras, una gran oportunidad para frenar la despoblación, apostando por trabajar en una unidad familiar agraria, generando empleo y fijando población en el ámbito rural.
Y termino aprovechando estas líneas para demandar el fortalecimiento del compromiso de las administraciones con las mujeres rurales y la igualdad de oportunidades, porque un pueblo sin mujeres, se muere. Las mujeres rurales son vida, dinamismo, innovación y garantía de futuro para nuestros pueblos. Miremos a las políticas de desarrollo rural, a la futura PAC y a nuestros municipios con ojos de mujer y avanzaremos más rápido.
La pandemia del Coronavirus ha condicionado los hábitos y el ritmo de vida de nuestra sociedad. La crisis sanitaria que sufrimos desde hace más de un año ha puesto de manifiesto que las mujeres han sido las más perjudicadas.
El punto de partida ya era de desventaja para nosotras. Mayor índice de paro, salarios inferiores y menor independencia económica. Las mujeres encabezábamos el trabajo temporal, dedicando más tiempo a las tareas domésticas y al cuidado de personas dependientes, y las mujeres rurales, en particular, seguían con menos recursos asistenciales y peores infraestructuras.
La pandemia ha puesto sobre la mesa por un lado, la fragilidad del modelo asistencial y por otro, la fortaleza de las familias y las mujeres que han soportado mayor peso en la atención de los dependientes del entorno familiar.
La crisis sanitaria del Coronavirus no impuso la conciliación ni la corresponsabilidad familiar, impuso el confinamiento, el cuidado de los dependientes, la formación online y el teletrabajo. Y las mujeres rurales volvieron a dar ejemplo, a pesar de las carencias asistenciales y digitales del medio rural.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 91,4% de los hogares tienen conexión a internet, un porcentaje que baja hasta el 86,8% cuando centramos la atención en los municipios de menos de 10.000 habitantes. Esto origina una triple brecha digital que queda definida por la desigualdad en función de la ubicación geográfica del municipio, de la edad de la persona usuaria y del tamaño del municipio.
Por este motivo, el reto de la brecha digital ha pasado a ser una de las grandes prioridades en AMFAR. El acceso a internet y a las nuevas tecnologías de la comunicación son medidas que deben acometerse con agilidad para garantizar la igualdad de oportunidades de la población rural y evitar una nueva discriminación.
En estos meses de pandemia, hemos podido constatar que la actividad productiva y las nuevas tecnologías son grandes aliados. La digitalización debe servir para dinamizar el territorio rural poniendo en valor todos los recursos que ofrece cada zona. Si conseguimos este objetivo, podremos conseguir otro gran reto, que es el de combatir la despoblación.
En AMFAR nos hemos visto en la obligación de reinventarnos, para continuar prestando los servicios que necesitan nuestras afiliadas y seguimos trabajando en la formación de las mujeres rurales, el emprendimiento, su incorporación al sector agrario, la igualdad de oportunidades, y la lucha contra la violencia de género, entre otros.
Quiero agradecer el trabajo de las mujeres rurales en estos meses de pandemia. Ellas han sido el pilar fundamental de las familias. Se han ocupado de que los hijos siguieran su curso escolar, atendiendo a los familiares dependientes, trabajando en el campo, llevando sus pequeños negocios, ofreciendo su solidaridad a los que estaban en primera línea, cosiendo mascarillas o llevando la compra o la comida a quienes más lo necesitaron.
Y sobre todo, quiero rendir homenaje a las mujeres rurales y socias que nos han dejado, que ya no están entre nosotras. Mujeres que nos han dejado su ejemplo de que con trabajo se conquistan los derechos y se tumban las discriminaciones.
Y acabo con un mensaje de ánimo a las mujeres rurales españolas para que continúen su labor con la fuerza y el coraje que las caracteriza. Nuestra unión nos permitirá salir antes de la crisis sanitaria, social y económica. ¡Juntas lo conseguiremos!.
En el año 1993, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 15 de Mayo, Día Internacional de las Familias. Una conmemoración que sirve para poner de relieve la importancia de la familia como pilar básico sobre el que se instrumenta una sociedad. Un hecho que queda recogido en las propias siglas de nuestra organización AMFAR, en el que las mujeres y las familias del ámbito rural se convierten en los verdaderos protagonistas de cualquiera de las actividades de nuestra programación.
A pesar de que el concepto de familia se ha transformado y su estructura ha evolucionado en las últimas décadas, AMFAR tiene claro que el futuro de los municipios pasa por las mujeres y los jóvenes rurales, y por tanto, por la supervivencia de las familias como institución esencial para frenar la despoblación, el envejecimiento o la masculinización.
El Día Internacional de las Familias nos brinda la oportunidad de recordar cuestiones sociales, económicas y demográficas que afectan a las familias rurales y que repercuten directamente en las mujeres. Tal es el caso del envejecimiento de la población rural que incrementa los casos de convivencia con personas en situación de dependencia, que repercute en la carga de trabajo de las personas cuidadoras, en su gran mayoría, mujeres, que ven disminuidas sus posibilidades de incorporación al ámbito laboral.
Envejecimiento y masculinización que conducen al despoblamiento, que se ha convertido en uno de los graves problemas que afecta a nuestros municipios y que pone en el punto de mira a las mujeres rurales. Lo cierto es que nuestra España rural pierde cinco habitantes por hora. En los últimos tres años, la población rural española ha descendido a un ritmo de 45.000 habitantes cada año y no sólo se pierde población, sino que en las últimas décadas las tasas de natalidad han sido prácticamente nulas.
El fenómeno de la despoblación se agrava con el envejecimiento de las localidades más pequeñas, cuantos menos habitantes tiene una localidad, más alta es la media de edad de sus habitantes. Por ello, en este Día Internacional de las Familias, se hace necesario reivindicar un nuevo modelo de política centrada en las mujeres y jóvenes como garantía de futuro.
Políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, empleo de calidad y la incorporación de mujeres y jóvenes a la actividad agraria y al emprendimiento, con la finalidad de frenar la despoblación y disfrutar de un mundo rural vivo y dinámico. En este contexto, se hace esencial la visibilidad de los 6 millones de mujeres rurales españolas para la diversificación económica, para la vertebración territorial y para la generación de empleo y riqueza.
Desde AMFAR, entendemos que se ha de trabajar más en la corresponsabilidad de hombres y mujeres dentro y fuera del hogar con la puesta en marcha de medidas que contribuyan a la conciliación efectiva entre la vida laboral y familiar en el ámbito rural, donde más del 80% de esta actividad es realizada directamente por mujeres. Es preciso articular medidas que incrementen la movilidad y la accesibilidad a los servicios, y que haga más amplio el horizonte de capacidades, posibilidades y recursos.
En este Día Internacional de las Familias, queremos animar a las instituciones y a la sociedad en su conjunto a conseguir estos grandes retos que nos permitirán apostar por la recuperación del 90% de la superficie española, valorizar nuestro medio rural y fortalecer la presencia y participación de las mujeres y sus familias en todas las esferas de la sociedad.
Han transcurrido veinte años desde la primera celebración del Día Mundial de la Mujer Rural en España, del que AMFAR (Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural) fue pionera en 1997. Una fecha que fue proclamada por Naciones Unidad en la IV Conferencia sobre la Mujer organizada en Pekín en el año 1995.
Veinte años en los que AMFAR reivindica los derechos de los casi seis millones de mujeres rurales españolas, su papel en la sociedad rural, en la actividad agraria y en el protagonismo que deben tener, junto con los jóvenes, en el diseño e implantación de las políticas de desarrollo rural.
En la actualidad, el despoblamiento y la falta de relevo generacional en el campo se han convertido en dos graves problemas que afectan a nuestro mundo rural y que pone en el punto de mira a las mujeres rurales. Nuestra España rural pierde cinco habitantes por hora. En los últimos tres años, la población rural española ha descendido a un ritmo de 45.000 habitantes cada año.
De los más de 8.000 municipios que hay en España, más del 60% se encuentran gravemente amenazados por la extinción demográfica, ya que no solo pierden habitantes, sino que registran tasas nulas de natalidad desde hace incluso décadas.
El fenómeno de la despoblación se agrava con el envejecimiento progresivo de las localidades más pequeñas, ya que según los datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), cuantos menos habitantes tiene una localidad, más alta es la media de edad de sus habitantes.
Por ello, se hace necesario un nuevo modelo de política que fomente la valorización de nuestro medio rural que está pidiendo a gritos la presencia de mujeres y jóvenes para garantizar su supervivencia. Políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, que promuevan la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que generen empleo de calidad y que fomenten la incorporación de mujeres y jóvenes a la actividad agraria y al emprendimiento, con la finalidad de crear empleo, riqueza, frenar la despoblación y fijar a sus habitantes.
La importancia del medio rural español, que supone casi el 90% de la superficie de España, se traduce en la gestión del territorio, en la producción de alimentos de calidad, en la seguridad alimentaria, en el cuidado de los recursos y del medio natural, en la conservación del patrimonio cultural y arquitectónico, de su historia y tradiciones, que constituye la parte más importante de nuestra identidad.
En este contexto, se hace esencial la visibilidad de los casi 6 millones de mujeres rurales españolas que son vitales para la diversificación económica, para la vertebración territorial y para la generación de empleo y riqueza, y para ello deben ser el centro de las políticas de desarrollo rural.
Debemos aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral y conseguir su independencia económica, reducir las diferencias retributivas entre mujeres y hombres, impulsar la igualdad en la toma de decisiones, promover el equilibrio entre responsabilidades familiares y profesionales, acabar con la violencia sexista que ataca gravemente a las mujeres del medio rural; así como proteger y ayudar a las víctimas.
Son muchos los retos que nos quedan por alcanzar, las mujeres rurales españolas estamos decididas a salvar nuestro medio rural, prueba de ello es que la actividad económica de las mujeres alcanza cada vez mayores porcentajes. En el último año, las emprendedoras rurales han superado a las emprendedoras urbanas, ya que el 54% del emprendimiento ha estado liderado por mujeres rurales frente a un 30% de mujeres urbanas. Sin embargo esta apuesta del colectivo femenino rural se ve frenado por la falta de infraestructuras, comunicaciones deficientes, carencia de nuevas tecnologías, necesidades formativas y una sociedad condicionada por arraigos y mentalidades más tradicionales.
En este Día Mundial de la Mujer Rural, queremos animar a las instituciones y a la sociedad en su conjunto a que nos acompañen en los grandes retos que tenemos por delante, para recuperar el 90% de la superficie española, valorizar nuestro medio rural y fortalecer la presencia y participación de las mujeres rurales en todas las esferas de la sociedad.
Por último, no quiero dejar pasar esta ocasión, para felicitar a todas las mujeres rurales españolas, por su coraje, valentía y defensa de sus derechos e intereses que suponen el bienestar de toda la ciudadanía.
‘Española, 43 años de edad, madre de un menor, residente en un pequeño municipio, maltratada física y psicológicamente desde hace mucho tiempo, nunca denunció a su pareja’.
Este es el perfil de las mujeres que han sido asesinadas este año por sus cónyuges o ex parejas, 15 mujeres rurales que dejan a una decena de niños huérfanos que se hacen la misma pregunta que nosotros, ‘¿Por qué papá ha matado a mamá?’.
Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia que se ejerce contra las Mujeres, se publicarán estadísticas, se hará un repaso a las medidas adoptadas por las administraciones competentes, se harán análisis, se escucharán testimonios de quienes han sobrevivido a esta barbarie, pero no debemos quedarnos sólo en los datos porque las víctimas no son números, tienen nombre y apellidos, son mujeres con las que todos tenemos una deuda pendiente.
Debemos trabajar para cambiar mentalidades, debemos remover todos los obstáculos que ocultan e incluso alientan este tipo de violencia, debemos comprometernos en la denuncia de la violencia en cada una de sus manifestaciones, en definitiva, todos, hombres y mujeres, asociaciones, tejido empresarial, instituciones públicas y privadas, colegios, universidad, profesores, alumnos, fuerzas de seguridad del Estado, policía local… Todos y cada uno de nosotros debemos comprometernos para acabar de una vez con esta lacra indigna de una sociedad democrática y moderna.
Las mujeres que viven en los pueblos son más vulnerables, la violencia de género es más silenciada, existen menos recursos, mayor dificultad para el cumplimiento de las medidas, mayor escarnio público, más miedo, mayor vergüenza… un sinfín de obstáculos sociales y psicológicos que dificultan desde el reconocimiento hasta la interposición de la denuncia.
AMFAR trabaja de forma incansable para que las mujeres maltratadas en el ámbito rural tengan acceso a las mismas oportunidades y recursos que el resto a la hora de denunciar. El desarrollo de campañas informativas y formativas está siendo fundamental para que se pierda el miedo a dar ese paso, nuestro asesoramiento y apoyo está permitiendo que muchas mujeres maltratadas vean la luz al final del túnel.
No veamos como normal algo que no lo es, reprobemos cualquier actitud que denigre a la mujer por el mero hecho de serlo, el maltrato nunca está justificado, eduquemos a nuestros hijos en la construcción de relaciones basadas en el respeto y en la igualdad.
Nuestra mano está tendida, nuestras puertas siempre abiertas. No estáis solas, hay salida, denuncia.